miércoles, 12 de octubre de 2016

Ensayo 32

1 de Octubre

Le he hablado a Miriana, no lo he podido evitar. La sangre aun me hierve, pero ella se muestra fuerte, siempre lo hace. Aun si es una sonrisa fragil la que tiene, la lleva consigo siempre, entiende que el mundo no esta interesado en tus problemas, y que el desánimo no abre ninguna puerta. Me gustaría tener una voluntad tan grande como la suya.

2 de Octubre

Alfredo ha tenido una discusión con Silvia. Estaban en un bar y la conversación fluía con la comodidad de siempre, pero llegó un tercero. Veran, Silvia es una chica peculiar, incluso en estos tiempos. Ama la libertad, y la libertad parece amarla tambien, pues siempre ha corrido con suerte de salir ilesa de situaciones desfavorables. Es una libertad engañosa, esclava de sus problemas, siempre huye en busca de placeres hedonistas y poco perdurables. "Si algo no termina, sólo se contamina" parece una manera de entenderlo. Y he ahí un hombre que había visto un par de veces, sentándose en la mesa y acabando con el ambiente que se tenía. Puede que hayan sido las cervezas, pero Alfredo no pudo tolerarlo y se excusó para salir lo antes posible de ahí. Silvia lo siguió y discutieron un tiempo. El resultado final fue un contrato que llevaba por título "solo amigos".

Eran ya las dos de la mañana cuando llegó a casa, pero eso no me impidió escuchar como con su voz atontada relataba los hechos que le acontecieron. Relataba y se desquebrajaba, hasta que por fin, las lágrimas empezaron a brotar de su rostro, y en un abrazo pude sentir su fragilidad, esa que rara vez decide sacar. Fue una noche larga.

4 de Octubre

Habíamos estado esperando un concierto durante meses, y el día había llegado. Debido al tipo de música, Alfredo y yo habíamos decidido que ese día era indicado para "ver más allá del escenario" y así, faltando dos horas para la presentación, consumimos aquello y nos dedicamos a esperar. 

Habíamos conseguido un buen lugar al frente del escenario, pero el aire de repente empezó a faltarme, mis pulmones parecías compactarse, y lamentándolo un tanto, me alejé de Alfredo y Carlos, rumbo a un lugar tranquilo, donde poder sentarme, donde disfrutar del show. Recuerdo que el camino hacia allá me pareció eterno. Choqué con centenares de personas e incluso pude haber aplastado a un par. Algún hombre por ahi se compadeció de mí y me tomó del brazo hasta dejarme tirado en algún lugar que en ningún momento reconocí. 

Recuerdo haber visto una pareja a lado mío, mis zapatos, un puesto de comida a un costado, y una multitud aglomerándose en frente de un escenario aun vacío. Después de eso, nada. Definitivamente nada. Nada existencial, nada visual, solo un amarillo sucio que reinaba  en esa dimensión que siempre estuvo oculta para mí. La gente ya no era visible ni audible, el bullicio se había escabullido desde hacía minutos y no me había percatado. 

En algún punto se me ocurrió ver mis manos, pero al tratar de alzarlas, nada, no había nada frente a mí. Intenté concentrarme para escuchar la música, pensé que tenía control de esta nueva realidad, pero no era así. Lo que empecé a escuchar fueron recuerdos de ese mismo día, al que vendía cerveza en la fila, la conversación de la hora indicada para consumir aquello, a Laura diciendome "deja de consumir esas cosas" y yo respondiéndole con plena confianza "no pasará nada, estaré bien". Me arrepentía. Quizás eso fue lo más cercano a un pensamiento. 

Perdí la noción de la realidad. Si alguna vez me pregunté como se sentiría la verdadera locura, sabía que esta era mi respuesta, un lugar donde nada tiene sentido, que no hay razón para seguir pensando que hay algo verídico. Hacer lo que se te de la gana (no necesariamente lo que quieras) sin recibir una represalia a cambio. También así se puede sentir el paraíso o el infierno. La eternidad empezó a darme escalofríos, a invadirme, y temí por un instante ahogarme para no volver nunca a lo que tuve antes.

Empecé a sentir calor, quería quitarme la chamarra, pero sabía que si lo hacía no la volvería a ver, así que soporté aquello. Recordé que traía cigarrillos, así que saqué uno. No estoy seguro como fui capaz de encenderlo sin quemarme, sentí que era algo que podía llamar mío aunque bien pudo haber sido sólo el hábito. Al empezar a fumar, volteé hacia el tabaco, y ahí estaba, flotando pues mi mano era imperceptible a mis ojos. Aquel cigarro duró más que cualquier otro, pero en lugar de disfrutar aquello, solo recalcaba mi falta de noción sobre el tiempo.

Las frases fluían y hacían eco, distorsionándose cada vez más, dejando una estela de bullicio. Miré a lo que debía ser el techo, y en su lugar, se tejía una red de colores rojos, amarillos, azules, y luz, una luz cegadora que terminaba por consumir todo. Al voltear abajo nuevamente, logré por fin ver el escenario, pero no era el mismo, estaba viendo lo que pensé que tenía que ver.

Al tratar de escuchar la música empecé a notar notas que me parecían familiares, y justo cuando parecían dar comienzo a algo, una vibración se apoderaba de mis oídos y retumbaban sin orden ni sentido. Seguí esforzándome, y empecé a escuchar todo menos lo que debía. Había tambores, un maldito didjeridu, y de repente silencio, ahora se abría un telón frente a mí, solo para mí. Las butacas estaban vacías, inclusive en el segundo piso, hasta la tarima estaba vacía, ocupada únicamente por los instrumentos de una orquesta, que tocaban una canción donde resaltaban violines, trompetas, y el contrabajo marcando un ritmo imposible de recordar. Ahí apareció una pareja sin rostros bailando con plena belleza, cada vez alejándose más de mi lugar, mientras que la luz los seguía y así todo se desvaneció una vez mas. 

Algo me despertó. Una canción, justo la que venía a escuchar "Dreamers, they never learn". Fue ahí que recordé. Habíamos establecido un punto de encuentro, que se ubicaba a la salida del escenario. No recordaba con exactitud como era, pero recuerdo que a la entrada de los baños a un costado contaba con paredes rojas, así que traté de visualizar paredes rojas y aparecieron. Logré pararme y me empecé a dirigir hacia allá, pero dudé, era demasiado conveniente imaginar dicho lugar. Frente a mí apareció una chica que parecía estar esperando algo. Sus ojos parecían topar con los míos a fin de regalarme una sonrisa, una invitación a lo prohibido en un lugar por demás inapropiado. Entendí que estaba imaginándolo, pero no sabía que tanto. "¿Qué tal si no hay nadie allí?" pensé, "¿que tiene de malo comerme a besos a una ilusión?", pero terminé por cobrar un poco de cordura. No me detuvo la moral, ni mis lazos, ni las consecuencias. Nada de eso existía en ese momento. Me detuvo el miedo. 

Tomé control de mí y logre sentarme en algún lugar, el cual seguía sin reconocer. Me recosté un momento y una luz me dio en la cara. Se trataba de un hombre de tez oscura y una camisa que resaltaba, diciendome que no podía acostarme. Me levanté y pensé que eso también pudo haber sido una ilusión, que era mi subconsciente diciendome que no podía rendirme. Volví a acostarme para intentar pensar con mayor claridad, pero la lampara del hombre volvió a dar en mi cara y recibí de nuevo la misma represalia. Supuse que de verdad estaba ahí, pero no me importó y volví a acostarme, obteniendo nuevamente el mismo resultado. Entonces decidí pararme, y volví a ver aquella luz roja que parecía ser la salida. 

Me dirigí hacia allá a expensas de que fuese una ilusión y aun aquella canción seguía acompañadome "A white room by a window, where the sun comes through". Por fin llegué a aquel lugar, y aquella pared roja me pareció eterna. He de admitir que incluso me perdí en el baño por un breve momento, pero logré salir y me dirigí más lejos, hacia donde creí estaba el punto de reunión. Ahí me senté y saqué otro cigarrillo. En algún punto, una mujer se me acercó y me pidió fuego, lo cual de alguna forma me trajo un poco de vuelta a la realidad (aunque en primera instancia, tenía el encendedor al revés). No pude esperar a que se acabase el cigarro y lo tiré, ya había durado demasiado.

Seguía buscando en el silencio aquellas canciones que no parecían llegar. Para ser un concierto, había mucho silencio. Me recosté un momento, y vi lo que parecía un restaurante, donde la gente comía con plenitud a pesar de estar frente a un evento tan vigoroso. No comprendía nada todavía. Mi cuerpo empezaba a reaccionar con pequeñas nauseas, pero nunca logré vomitar ni mucho menos. 

Encendí otro cigarrillo y empecé a escuchar algo de la música, algo conocido. Me dirigí hacia el escenario pero un guardia me dijo que no podía pasar fumando, así que sólo arrojé el tabaco al bote de basura más cercano y seguí mi camino. Al llegar, el coro inundó mis oídos, pero no hubo respuesta, sólo que al final del coro se hizo el silencio otra vez y me retiré a lo que ya era mi lugar frente al restaurante. Ahora había un par de personas sentadas atrás de mí y me era imposible recostarme. Pensé en decirles que se fueran, pero no estaba en condiciones de nada, más que de pararme y de seguir buscando a donde es que debía llegar. 

Por fin divisé aquel letrero de "Mercancía Oficial" que se supone buscaba, y encontré una barda vacía y cómoda donde recostarme. Desde ahí viví casi el resto del concierto, aun cayendo en los silencios incómodos, en las nauseas, en fumar para tratar de entrar en razón. 

Veía decenas de personas pasar. No parecía importarles el concierto en lo absoluto. Quizás habían venido por una sola canción, o los habían invitado y habían terminado por aburrirse, tal ves tenían algo más importante que hacer. Había algunos, sin embargo, que resultaban bastante interesantes. Así, frente a mí, se sentó una chica de buen ver, bastante fresca en su vestimenta, con una sonrisa en su rostro y unos ojos que miraban hacia abajo, un poco apenados, un poco pacientes, pero así como apareció, se desvaneció. Aun no estoy seguro si era real. Más tarde había a una mujer con los ojos rojos y húmedos, que llamaba a su exnovio para decirle "esta canción me recordó a ti", y sonreía, sufría, pero parecía sentir felicidad, al menos eso fue lo que me pareció ver. Tenía la impresión que si me concentraba lo suficiente, podía escuchar conversaciones lejanas, algun sonido en especial, pero igual y pudo haber sido solo uno de los efectos.

Horas pasaron sin aviso, y la gente empezaba a salir por centenares. De repente, logré escuchar una canción, era la canción de cierre, lo que los llevó a la fama, lo que me hizo conocerlos. Mi cuerpo reaccionó por inercia; me levanté dando un salto y sin meter las manos y salí corriendo hacia el escenario, donde había aun más gente que antes, todos coreando cada palabra de aquel músico. Empezó a incomodarme el hecho de no poderlo escuchar por la voz de todos, pero de pronto comprendí algo. Aquella canción habla de ser diferente, de no pertenecer a este mundo, pero a pesar de ello, todos la sentían, todos ahí habían pasado por algo similar, y en su soledad lograron compartir ese momento. Yo ya no estaba solo. Una lágrima se escurrió por mi mejilla y me mantuve ahí por el resto de la canción, con una sonrisa imborrable. 

Regresé al área de Mercancía con calma, y desde ahí ví los rostros que estaban dentro. La mayoría serenos como si no hubieran entendido ni una sola palabra de lo que se dijo dentro (lo cual realmente es muy probable, considerando que estaba en inglés). Reconocí a dos personas entre la multitud, era Carlos y Alfredo. Alfredo llegó extaciado, alardeando de como la música se sintió  hasta la médula y de algunos colores en las luces, mientras que Carlos lucía cansado pero animado de haber estado a dos metros del guitarrista, a expensas de ser aplastado por la muchedumbre. Yo temblaba y callé a Alfredo que gritaba cerca de mi rostro y me hacía sentir asfixiado. Empecé a relatar a como pude lo que había pasado, y cuando mencioné lo de la canción final y dije "supe que ya no estaba solo", me encontré llorando como un niño y llevando mis manos a mi rostro, siendo de inmedato abrazado por mis amigos. No termino de comprender porque. Hacía años que no lloraba tan sinceramente, tan libre, tan merecidamente. 

Estuvimos sentados un rato ahí, me dieron tiempo de recuperarme, y yo no podía pararde hablar sobre todo lo que significó para mi aquello. No me arrepentía, aunque declaré que nunca volvería a consumir aquello. Finalmente, tomamos un taxi y nos dirigimos a la casa, aunque a medio camino, el aire empezó a faltarme y tuve que pedir que pararamos. Salí lo más rápido que podía hacia la calle y respiré lo más que podía. Las palabras de Carlos y Alfredo seguían ahogandome, y me fue mejor irme al frente, disminuyendo mi malestar considerablemente. 

Al bajar, apenas podía caminar. Tuvieron que apoyarme para caminar y en el segundo peso no pude continuar. Me tiré al suelo, incapaz de dar un paso más. Seguí hablando de lo que había pasado, de que me di cuenta de un par de cosas, y al irlas declarando, volví a llorar, más que antes, con más razón. Tenía miedo de estar solo, no solo este día, sino todos. Cada momento que me encontraba solo era un martirio, pero siempre lo callaba porque a nadie le interesa algo tan banal, porque todos tienen problemas más grandes y necesitan que los escuche. Esa era mi tarea, escuchar, ser la fortaleza que les hace falta en sus peores momentos. La fortaleza ya no estaba más, solo había un idiota sacando todos sus errores y miedos a relucir. Facilmente, pasó una hora ahí, hasta que finalmente, fui capaz de caminar el resto del recorrido hacia el departamento. Ya dentro, me invitaron de cenar y algo de tomar, pero a pesar de estas deshidratado, me era imposible sentir sed. Mi corazón seguía palpitando anormalmente y no podía cerrar el pico. 

Carlos se fue primero a dormir, y cuando creí que Alfredo haría lo mismo, pregunté si podía acompañarlo un rato más. Tenía miedo de estar solo aun, y el lo comprendió. Las cuatro de la mañana llegaron rápidamente y temí era mi tiempo de despedirme. Tomé al gato y lo llevé a mi habitación para que durmiese a mi lado. Aun en la cama, mi cuerpo seguía temblando, y una sonrisa insana se asomaba en mi rostro, pero el cansancio venció al final.

 5 de Octubre

Le he contado a Laura de aquella experiencia y como en cierto punto la recordé. Ella es muy sencilla, sólo dijo "por lo menos que te sirva de experiencia". Vale, eso resume muchas cosas, creo que no contempla el hecho de que me ayudó a sentirme mejor como individuo, pero igual no es como que esperase que lo entendiera. Nadie podría mas quien hubiese pasado por una situación similar.

6 de Octubre

En terapia, me la pasé hablando sobre mi viaje nuevamente. Ella tampoco entendió.

7 de Octubre

Miriana me habló para salir. Casi de inmediato me bañé y tomé un taxi lo más rapido que pude. Me recibió con su típica sonrisa, como si sus penas no hubiesen existido jamás, pero esta vez no me causó admiración como antes, sino tristeza. Tomamos un camión hacia un parque bastante agradable, aunque el viaje en sí no lo fue.

En algun momento recuerdo haberle dicho "sabes, siento que te guardas muchas cosas, no permites que te vean decaer". Sinceramente no pude prestar mucha atención a su respuesta, estaba muy mareado por el camión. Lo que sí recuerdo fue escucharle hablar de "G" y como él quería que fueran amigos por lo menos, mientras que ella prefería tener su tiempo para pensar. Tomamos un chocolate caliente en uno de tantos locales en las cercanías, el lugar era cálido y Miriana se quitó la chamarra. Noté que había bajado algo de peso e hice tema de conversación al respecto.

Salimos de ahí y vagamos por los alrededores. Después, llegamos a un bar en las cercanías y después de un par de cervezas, nos quedamos en el parque platicando de la vida, del amor y otras cosas burdas. Por fín, la acompañé a su casa e incluso le invité a comer al día siguiente pero declinó mi oferta. Fue un día agradable, pero no como antes.

9 de Octubre

Laura se enteró de lo que pasó aquel día en el bosque. Su reacción fue entendible y dolorosa, y aunque expliqué todo lo que podía sus palabras fueron pocas pero penetrantes: "Veo que tu definición de especial es diferente a la mía, no quiero hablar más". No pude hacer nada al respecto, no estaba en la posición de hacer algo, mas que aceptar su decisión. "Cuando gustes hablar, aquí estaré". No entiendo porque no había podido decírselo, no entiendo como deje que las cosas llegaran a eso. Me siento roto.

10 de Octubre

Encontré un curso que podría tomar para tener mejores oportunidades de trabajo. Creo que tomaré ese camino de momento.

Hacía mucho que no me sentía así de solo. Lo lamento.

11 de Octubre

Hace un par de meses había conocido a una chica, Fabiola. Demasiado inmadura para mi gusto, además que vivía a dos horas de distancia, lo que hacía que no pudiera haber un contacto continuo. Sin embargo, me dio por hablarle hoy, quizás la soledad... Respondió agradable, y así de repentino, me invitó a salir al centro de la ciudad.

Ahí la vi, la noté más agradable que otras veces... quizás la soledad... Caminamos sin rumbo y llegamos de mera casualidad a un museo. A pesar de que había un silencio incómodo, de repente lo interrumpían las risas. Al salir llovía, y yo no venía suficientemente abrigado, pero no importó mucho y sintiendo la lluvia sobre mi cabeza continuamos caminando. Recuerdo que me empujó para que pasase por un chorro de agua, pero no me importó en lo absoluto... quizás la soledad...

Llegamos después de un rato a un café y yo fumaba y preguntaba sobre su vida, y ella se abría conmigo... quizás la soledad... Contrastando, compramos más tarde unos helados. Empezó a atacarme con su helado, y al final terminé tirando el mío y devorando el suyo. Fue desesperante, pero me divertí. Entonces le robé un beso, pero ella no reaccionó. Pregunté si le había molestado, ella dijo "no sabes robar besos", y así entonces le robé otro, un beso terrible, vacío, un beso al aire, pero no me importó tanto en realidad... quizás la soledad...

Caminamos por la Alameda, y el frío de la noche nos consumía, lo cual fue razón suficiente para abrazarnos en el camino, aunque yo seguía temblando. Llegamos entonces a un monumento y entre sus vistas nos sentamos, como si ese fuese el lugar que buscabamos. Ahí fue donde me plantó aquella vez... ahí yo le plantaba besos en sus labios torpes. A diferencia de otras veces, no dije nada comprometedor. No quería una pareja, no quería amor... quizás la soledad... Nos despedimos entonces.

Por mera cortesía, llamé para asegurarme que había llegado bien a su casa. Ella respondió y la llamada se alargó minutos, horas... y entonces un te quiero se escapó de su boca. Sentí muchos nervios pero de mi boca se escurrió un "yo igual te quiero". De repente, después de cada frase venía un te quiero, y cada vez se sentía más cómodo, más ajeno. Me pregunto que si que eramos... y nuevamente las palabras salieron "quisiera que fueras mi novia"... quizás la soledad...

Sin embargo ella me dió tres días para arrepentirme.

12 de Octubre

Cerré terapia con alegría, con una felicidad indescriptible. No sólo había encontrado como dar mi siguiente paso, sino que no tenía porque darlo solo. El camino a casa, me la pasé cantando aquella canción que le mostré alguna vez. Tenía ahora un significado. Casi al instante de llegar a casa, Fabiola me habló, contandome lo feliz que se sentía y así también le contesté. Me contó que le alegraba que fuese honesto con ella, que para ella la honestidad era lo más importante en una relación y yo asentía sin rechistar.  La plática duró horas, y me ayudó para conocerla un poco más... y más... hasta que la soledad no fue suficiente. Esa noche me arrepentí. Aun así quedé de verla el sabado, como si una salida más me pudiese hacer cambiar de opinión.

Más tarde, esa noche, Laura me habló. Llevaba un par de copas encima, pero la traté con preocupación, con delicadez y cariño y eso lo sintió. La conversación fue agradable.

13 de Octubre

 A la mañana siguiente, Laura me habló nuevamente. Me dijo que la razón por la que había llamado anteriormente era para decirme que no quería saber más de mí, pero mis palabras la hicieron cambiar de opinión. Me extrañaba y yo a ella. Le conté lo que pasó con Fabiola, esta vez no quería guardarle el secreto y ella pareció tomarlo bien (tan bien como se pueden tomar ese tipo de declaraciones).

Mi relación con Laura es algo especial. Somos dos rotos que se sienten menos mal teniéndose. Todo entre ella y yo volvió a la normalidad y si bien empezaba a volver a mí la paz, había cabos sueltos aun que no me dejarían dormir.

14 de Octubre

Había quedado de ver a Fabiola a la una de la tarde. Llegó dos horas después, mientras que yo esperaba en aquel parque que lentamente se tragaba la tierra. La idea de ir ahí era para que conociese a sus amigos, pero para cuando ella llegó, toda mi simpatía se había esfumado y tardé dos cigarrillos en acompañarle donde estaban los demás.

Fue una incomodidad tras otra, al punto que me sentí mal de hacerle pasar un día tan amargo, pero ella se mantenía tranquila... quizás su soledad... Más tarde vimos una pelicula y justo cuando se iba, me pregunto como me la había pasado, lo cual hubiera preferido no contestar. En ese momento, dejé en claro que no podía ser más que un amigo para ella.

-No quería lastimarte, no quería tampoco jugar contigo, pero esto es lo que de verdad siento.

-Descuida, no me lastimaste, me alegro que hayas sido sincero. Bueno, adios. -Decía mientras corría hacia el transporte y se escondía entre la multitud. Ahí comprendí que ella nunca fue sincera conmigo... quizas la soledad...

15 de Octubre

Hablé con mi madre el día de hoy. Está pasando por dificultades económicas y no podrá apoyarme con el curso había visto. Es mi señal para buscar un trabajo. Cualquiera.

17 de Octubre

Alfredo me ha avisado que Miriana volvió con "G". No me sorprende, lo veía venir.

18 de Octubre

Fabiola me habla continuamente, al punto que he tenido que ponerle horarios para que no me colme. Es una persona muy solitaria, sin gente en quien pueda confiar, al punto que yo soy la mejor opción... me metí en algo complicado, pero quizás es muy tarde para salir.

19 de Octubre

Un amigo de Alfredo murió. Hace apenas un mes le habían diagnosticado leucemia. Todo fue muy rapido. Cuando le pregunte como se sentía, el respondió "Siento coraje, siento que se dejó morir, el estaba bien hace unos días". Presiento dentro de mí que lo dice para sí mismo, pues estaban en circunstancias similares. Alfredo no se dejaría morir, el quiere seguir viviendo, pero no entiende que él tiene razones para hacerlo, y que no así todos las poseen. Hoy ira a la misa.

20 de Octubre

Alfredo llegó en la madrugada. A pesar de no haber un horario de término para quedarse, el sentía que tenía que seguir ahí. Estaba preocupado, como si la muerte le hubiese hablado y en cierto modo, creo que él se quiso comunicar con ella, pues fumó más de una cajetilla ayer. Hoy fue al doctor por el doctor de garganta. Le prohibieron fumar.

En la noche, hablaba con Laura y durante la plática, se me salió mencionar a Fabiola. Hablé plenamente de ella, pues no tenía nada que ocultar. Laura calló y después de un rato sólo dijo mi nombre y "no quiero saber nada de ella". Después de eso se despidió.

Me siento solo. Quiero estar solo.

22 de Octubre

En la madrugada me ha dado por checar empleos, he anotado un par, los checaré al día siguiente. Laura parece volver a hablar como si nada hubiese pasado. Quizás nada pasó...

23 de Octubre

El teléfono no ha parado de sonar. Por lo menos cinco llamadas para entrevistas de trabajo. Hemos empezado bien. Debo admitir que no todas son agradables, pero su pongo que hay trabajos para todo tipo de personas, incluso para las que no comen. Empecé a ordenar mis papeles y a sacar copias de ellos que mañana empieza el show.

En la noche, cuando todos dormían, Miriana me habló. Lloraba. Se sentía sola, de esa soledad que solo cura la familia. Al igual que yo, había venido a la ciudad por las oportunidades pero no todos estamos listos para eso. Algunos en cuanto a habilidades, otros emocionalmente. Parecía una infante a quien hubiesen dejado con la abuela, pidiendo ir con su mamá entre sollozos, casi un berriche. No sabía que decir, cualquier cosa que dijese no hubiera sido suficiente para aliviar su vacío. He quedado de verla mañana y tratar de sacarla un poco de su tristeza, es lo menos que puedo hacer. La llamada duró una hora. Desahogó todas sus penas acumuladas, las que yo presentía que escondía, las que ella disimulaba sin titubear. Algo extraño fue que nunca menciono haber regresado con "G". Algo extraño ocurre ahí.

24 de Octubre

Me levanté tarde y falté a mi entrevista de trabajo. No es una buena manera de comenzar, pero lo cierto es que no pegué el ojo en toda la noche. Quizás demasiada angustia de volver a la monotonía. Llegué a donde vería a Miriana media hora antes. Aproveché y comí algo en extremo apetitoso que pudiese atentar contra su dieta. Me asomé al pasillo principal de la plaza, esperando encontrarla, y ahí estaba frente a mi, con su mirada buscándome, y nuestros ojos se encontraron dando pie a una sonrisa. Después de acompañarle a hacer un pago, compramos un helado y platicando se pasaron las horas, hasta que el Sol empezó a ocultarse, y ella se subía a un camión rumbo a casa, sin decir aun nada de "G". Quizás le da pena mencionarlo.

27 de Octubre

Una entrevista tras otra, todas terminadas en fracaso en circunstancias varias. Quizás la única que vale la pena mencionar es la de asesor inmobiliario, bienes raíces sonaba tan descabellado que parecía divertido, pero al notar la falta de prestaciones y el excesivamente bajo salario comprobé que todo es una gran mentira, un juego para dejar a todos envueltos en una desagradable telaraña. Y la araña tiene seis patas y quiere dos más, sin importar a quien deba robárselas.

29 de Octubre

Hubo una serie de eventos alrededor de la ciudad con motivo de una celebración nacional. A pesar de no conseguir acompañante a dichos, creé una práctica agenda para asistir a los más posibles. Así que a la una estaba desocupándome de mis pendientes, a las dos estaba viendo Nosferatu y a las cuatro todo se tornó agobiante.

Iba  a haber un desfile de carros alegóricos en el centro de la ciudad e incluso hube planeado el mejor lugar del recorrido para apreciarlo. Sin embargo, por un breve momento olvidé lo poblada que esta ciudad, y así pues, la muchedumbre se apropió de las calles y de los primeros diez metros de distancia hacia el desfile. Caminé para llegar a un punto no tan ocupado, pero en balde. Al final, me conformé con ver aquello que sobresalía de entre la cabeza de la gente, me percaté que mi esfuerzo había sido sólo para ver cuatro malditos carros.

Luego de eso, mi intención era ver una exhibición en la explanada central, más nuevamente hice un mal calculo, el desfile iba a acabar ahí. Eso me dejó atrapado durante tres horas entre la gente, caminando a diez metros por minuto, chocando, tropezando, sudando. Siendo sincero, no pude ver nada de la exhibición, todo estaba lleno de fanáticos del absurdo. Así pues, cancelé todo de mi agenda y me dirigí a casa, a dormir. No quería nada más.

30 de Octubre

Le he hablado a Laura. La he tomado mientras se vestía para ir a una fiesta. Por las cuestiones de su trabajo, poco había salido así que de cierto modo me alegro por ella. Le deseo la pase bien y que se cuide y vuelvo a la búsqueda de empleo.

domingo, 9 de octubre de 2016

Locura y eternidad.

He vivido la locura,
he paseado en sus andenes,
en su epicentro, en sus desvanes,
aunque en realidad de todo eso carece.

En ese mundo no existe nada,
ni siquiera cuerpo o mente,
solo la tendencia hacia el desastre
y los ecos de los pocos transeúntes.

El recuerdo tiene forma de dama,
y es que en todos lados se aparece,
hace que el tiempo se disfrace
de todo menos de presente.

El sonido es una llamada,
un ocupado permanente,
que se escabulle en los oídos palpitantes
que llegan a las fibras de las sienes.

Es la muerte de los mañanas,
es la vida después de la muerte,
si un cielo algún día soñases,
es porque lo eterno no comprendes.

Locura y eternidad.

He vivido la locura,
he paseado en sus andenes,
en su epicentro, en sus desvanes,
aunque en realidad de todo eso carece.

En ese mundo no existe nada,
ni siquiera cuerpo o mente,
solo la tendencia hacia el desastre
y los ecos de los pocos transeúntes.

El recuerdo tiene forma de dama,
y es que en todos lados se aparece,
hace que el tiempo se disfrace
de todo menos de presente.

El sonido es una llamada,
un ocupado permanente,
que se escabulle en los oídos palpitantes
que llegan a las fibras de las sienes.

Es la muerte de los mañanas,
es la vida después de la muerte,
si un cielo algún día soñases,
es porque lo eterno no comprendes.