Hubo ayer una desmotivacion.
Poco a poco olvide la realidad.
Un sendero donde perdí la razón y muchas veces soñaba en desertar.
Corrí hacia aquel panteón
a tus huesos liberar,
de aquella vil traición
en la que había ido a parar.
Llore sobre tu torso,
unas lágrimas sangrientas.
Lamento mi tesoro
sean los ojos de la hiena.
Recordé aquella voz
que jamas oí quejar;
me acosté en el cartón
de mi pobre sanidad.
Y reí sobre el despojo,
por mi alma aun sedienta.
Lamento mi tesoro
sean los ojos de la hiena.