jueves, 11 de mayo de 2017

Inventario

Aprendí que los sueños son el reflejo de un lago en el que solemos remar, que los perros no me odian, quizás soy yo quien no les quieres conocer, que los pájaros empiezan a  cantar a las cinco de la mañana y echan a andar, que el amanecer da nostalgia y no tiene la delicadeza de su hermana a la noche.

Comprendí el porqué de la amargura de mi madre, cómo de grande es mi hermano por dentro, cómo mi padre tuvo también sus momentos amables, que todo se pierde, y yo no quiero perder.

Entendí de física, de psicología, del arte,  los opuestos se atraen, el histérico, el compulsivo, el escritor y la musa desnudando el mundo en sus sentidos y el desastre de la entropía de sus palabras al aire.

Conocí el absurdo, la perversión, el caos del sin sentido, el espacio sin paredes, sin nadie, sin mí, las voces nocturnas en mi cuarto, el pesado beso del destino que abofetea mi rostro buscando cariño, pero nunca una respuesta.

Hallé el amor en una noche eterna, mientras desnudaba el alma y mandaba a dormir a la lujuria, y en la divina ternura de su corazón frágil, coloqué mis manos para calentarme. El calor fue tal, que no quise más volver a despertar, pero así hice.

Ahora, debo saber cómo entregar un corazón, como escribir feliz, cómo cantarle, dibujar el alma y entregar, no cómo préstamo, sino un obsequio sin empaque, sin devoluciones.

Que más daría por poder al viento entender, palparle, transformarme en frío a la noche y al Sol recibir en la ranura de la ventana a la cama, que mientras haya Luna en el cielo, no descansaría de amarle.

lunes, 8 de mayo de 2017

Ladrona

Del sueño saliste a robar el mundo, sus detalles, sus completos, sus hojas impregnadas de mil historias, los vestigios de mi corazón moribundo y la sonrisa olvidada. Del viento tomaste la brisa y el sonido, afilaste el aire y creaste música, suave como tus manos, directa al recuerdo del pasado afable, el que debía de olvidar para perderme mis anhelos de ser yo mismo. De la tierra, marcaste caminos para mis pies tan habituados al reposo, los desempolvaste, los adornaste con flores y colores que habías robado del cielo y me llevaste a recorrerlos, olvidando así el cansancio, el peso de mi cuerpo y de tu cuerpo que de tanto caminar, quedó tendido junto a mi pecho. Ya en la noche y dormido, viniste y tomaste aquello entre mi pecho, y con tu hurto de lo bello, desperté junto a mi sueño, traído para encajar entre mis brazos.

domingo, 7 de mayo de 2017

Camino a la felicidad

Caminamos durante horas. Cada cierto tiempo, le pedía a mis pies que dieran un paso más, alegando que la felicidad se hallaba en la siguiente parada, pero sabían que estaba mintiendo. Estaba al lado mío, caminando con la levedad del agua en declive por las piedras de mi pensamiento, las alisaba, las nutría, y en su defecto, mis piernas respondían a mi falla del encubrimiento, la acompañaban, le seguían y en ocasiones, la llevaban a explorar el paisaje, las casas, el cielo, la gente o mi rostro inquieto y sonriente. Siempre creí que la felicidad tendría forma de mujer, pero jamás pensé que se sentiría tan libre, ni que yo en su compañía le haría sentir lo mismo. De repente, un sismo en su interior empezó a crecer, y yo sin darme cuenta, fui un tonto un momento, y el demás tiempo fui el proveedor de sus cuidados, su apoyo para caminar. Debo decir que nunca una carga se había sentido tan bella en mis hombros, y así volvimos a casa, le arropé y en algún lugar entre las canciones y los besos, dejó tirada su agonía, quedando así sólo los cuerpos, el alma y compañía.

viernes, 5 de mayo de 2017

Votos de tormenta

Si el cielo cae, yo estaré ahí para amortiguar su caída sobre ti amor mío, acaparando cada gota con tal no alcancen tu piel de mayo, ni enfermen tu cuerpo tan delicado para mis adentros. Si las nubes se rompen y sus crujidos iluminan la bóveda celeste, yo ofreceré mis brazos a la causa de tu frío desvirtuado en temblores y agitaciones, buscando tomar entre mis manos el gélido aliento del miedo y devolviendo el valor a tus memorias y presente, que ahora es tan tuyo como mío. En las noches venideras, las lejanas, las íntimas, te encontraré y repetiré estos votos en forma de sueños, de abrazos, de un canto al aire que ruega por llegar tarde que temprano al rescate de tu hilaridad, de tus paginas de colores del alma y de la narcosis ofrecida generosamente por Morfeo.

martes, 2 de mayo de 2017

Mirar al cielo

Desperté en una habitación que si bien desconocida, mantenía un aire de familiaridad a mis adentros. Se podía deber quizás a la colonia de mi padre, y así entré en razón de que debía recobrar la compostura para saludarle. Me tallé los ojos y le vi saliendo de la ducha, le di los buenos días y después de responder, se encerró en el cuarto. Jamás hemos sido de muchas palabras pero por alguna razón sentí que me esforcé para nada.

De fondo, se podía escuchar aceite caliente y entré en razón de que mi madre y hermano estarían de visita. Bien lo razoné, salían de la cocina sirviendo un desayuno continental, les abracé y me dispuse a sentarme con ellos a la mesa. Platicamos poco, mi hermano se mantenía serio, un poco hastiado por venir a un lugar donde, en sus palabras, no hay nada. Y tiene razón, la costa no es apta para bañarse, solo hay un centro comercial y un parque con un pequeño lago, fuera de eso son casas y depósitos. Le insistí que saliéramos a dar una vuelta más tarde, y después de refutar sus negativas, aceptó finalmente, resignado. Eran las siete cuando salimos de la casa, y la noche ya había caído, permitiendo ver unas cuantas estrellas. Le comenté que el cielo aquí es una maravilla pero no hizo mucho caso. Entonces, lo llevé a orillas del mar, en lo que fue alguna vez un bar y ahora no era más que ruinas, y si bien se mostró escéptico, entramos, viéndonos rodeados de decenas de personas, mirando fijamente hacia arriba. La curiosidad hizo voltear a Andrés y entonces, pudo ver estrellas, constelaciones, lluvias de meteoritos y demás eventos astronómicos que pareciesen exclusivos de libros.

-Así es el cielo aquí, hermano. En lugares como este, vale la pena voltear arriba. -Le decía mientras veía una lágrima resbalando en su mejilla y una sonrisa que no se puede describir sino como satisfacción.