viernes, 27 de enero de 2017

Ensayo 35

Martes 10 de Enero

He vuelto al departamento y por primera vez en mucho tiempo, me siento cómodo. Los platos sucios, una mesa a medio limpiar, mi cuarto empolvado, nada me impediría sentir paz. Más aun, Carlos no se apareció en todo el día, enclaustrado en su cuarto con Bianca, que si bien no se sueltan al deseo, si a un amor que reside completamente en lo íntimo. No puedo culparles, aunque nunca he hecho ni haría algo tan jodido, no es para mí. Alfredo llegó en la noche, dedicándome sus últimos momentos antes de viajar al día siguiente. Compartimos unas cervezas, pláticas de todo lo que aconteció durante ese mes y medio, y se notan problemas, pero también anécdotas felices, divertidas, detalles que bastan para reír y soy incapaz de describir lo relajado que es este preciso momento y mi anhelo porque no acabase. 

Martes 17 de Enero

Una semana pasó sin previo aviso. Días en cama, levantándome únicamente para preparar cualquier cosa de comer y volver a recostarme.  A veces topaba con Carlos, pero eran pequeños lapsos de una hora o dos, principalmente usados para tomar. Sidra, vino y cerveza fueron lo que nos mantenía en el comedor conversando aun si faltase verdadera empatía.

Alfredo llega con Silvia de su viaje, lucen cansados, pero en mi afán de abatir la soledad que abundaba en mi cuarto, me mantengo haciéndoles plática y compañía hasta que note el cansancio insostenible en sus párpados. Silvia regresó a casa y Alfredo durmió durante todo el día y casi toda la noche.

Jueves 19 de Enero

Mi madre me ha hablado. Está preocupada sobre mis intenciones de buscar trabajo (siendo sincero, yo también lo estoy), mi día a día, sobre el clima, y demás conversaciones que solemos tener, pero jamás se sienten sobrar. Empiezo a llenarme de ideas sobre como empezar a buscar trabajo...

Viernes 20 de Enero

...Pero de momento siguen siendo ideas nada más y escapo de las responsabilidades, preparando platillos exóticos y elaborados. Hoy ha venido un amigo de Alfredo a la casa, y ha alcanzado del plato fuerte, mientras tomo un vaso de vino (a falta de copas), y dejo que las risas absurdas y las palabras correteadas escapen por mis labios que apenas y se abren. Parece un buen tipo, yo debo parecer un idiota.

Domingo 22 de Enero

Un día tranquilo en casa, Alfredo sale con Miriana, Carlos permanece en su cuarto. He de admitir que por momentos, he pensado en que pasaría si Miriana subiese al departamento, pero en mi mente todo parece tan sencillo como tratar a alguien más, sintiéndome listo para ser únicamente su amigo, como ella siempre me vio. Y de repente, entra. 

Ahora usa lentes, pero le sientan tiernos en combinación con los rizos que han florecido en su cabello. Trato de mantenerme distraído y saludarla con disimulo pero termino dándole un abrazo extrañamente largo pero incapaz de terminar antes. Fuera de eso, admito que me mantengo al margen en las conversaciones, sin ningún doble sentido con fin de insinuar amor, y decido por irme a mi cuarto para dejarla con Alfredo, pero no contaba con que ella entrase conmigo. Empiezo a sentirme nervioso, y ella tan serena e impasible como siempre ante mis ojos, quitándose los zapatos y sentándose en mi cama, observando mi pequeño desastre, mis pertenencias, mis papeles apilados. 

Las palabras se tornan más dificiles de conjugar, mi corazón quiere salir de mi pecho pero mi pecho lo retiene y disimula su desesperación, le pregunto si ha leído lo que le mandé. Ella tarda unos momentos en contestar, y me lleno de miedo por haberle espantado u ofendido con mis cuentos. Al final contesta y me hace saber que no lo ha terminado, pero que esta semana lo hará. Supongo que no era la respuesta que quería, pero no sé que quería en realidad. Verme como un raro y no hablarme más, que no le haya agradado y me corrija como le había pedido, que le de igual y me ofrezca un simple cumplido, que la enamore y quiera una vida conmigo, cada opción tan tentadora y sin embargo tan huida.

Lunes 23 de Enero

Oficialmente empiezo la búsqueda de empleo y me dirijo a unas farmacéuticas en las cercanías, dejando mi hoja de vida a la espera de una llamada que lo más probable, es que no llegue jamás. Sin embargo, es muy pronto para perder las esperanzas y hago un par de llamadas más para buscar más oportunidades.

Miércoles 25 de Enero

Hoy he ido a una entrevista de trabajo a dos horas de distancia de mi casa. El camino ha sido pesado, pero la oferta es tentadora, aunque también bastante complicada de alcanzar, así que debo seguir buscando. Parte de la oferta es cambiar de domicilio desde el comienzo de la capacitación, y en ese momento siento una preocupación de dejar a Carlos, a Alfredo, a Miriana... quizás sea el réquiem de la historia, y la epifanía de una nueva, pero es muy pronto para pensar en ello. Será mejor que siga disfrutando cada día.

Domingo 29 de Enero

Salgo con Miriana y Carlos a uno de tantos eventos que se organizan alrededor de la ciudad, sirven ocasionalmente para salir de la monotonía, pero el hecho de que haya uno diario los vuelve prescindibles. El lugar estaba lleno de vida, ocupado hasta la medula de pequeños mundos ocupados en sus asuntos, sin molestar a nadie, solo estando.

Despues de un rato, tomamos caminos separados, Carlos fue con Bianca, mientras que Miriana y yo nos dirigimos al primer bar que encontrasemos abierto. Tomamos tranquilamente, platicamos como siento nunca habíamos hecho, sin roces con el cariño, sólo dos amigos abriendose sin busqueda de nada más, y me resulta tan extraño pero a la vez tan pacífico. Aun mi corazón se agita con su belleza, pero el mensaje no llega al resto de mi cuerpo, permitiéndo que mis palabras fluyan, que mis piernas no tiemblen, que mi mirada no permanezca fija sobre ella.. Hablamos de Carlos, de Alfredo, del presente inmediato, dejando a un lado el tu y el yo, el nosotros.

martes, 24 de enero de 2017

Historias de fantasmas.

Vagabundeando entre recuerdos y cual buen Scrooge, se me aparecieron tres fantasmas, tres sombras de amor y de perjurios de poeta, acechando con demostrarme aquello que tan grave he cometido, como ha sido haber entrado en sus vidas, cada uno un miedo sin sentido, cada uno un rastro de tinieblas y yo cual condenado de cargarlas en el tormento de cada día a solas, decayendo por el peso y por mi torpe forma de llevarlas entre metáforas, entre sueños, entre líneas.

Danzaban alrededor mío, rozaban sus nombres entre mis dedos, y cual un filósofo del braile cada letra me contaba una historia, un recuerdo, y un presente del que por más que quisiera (y no estoy seguro de quererlo), no podría formar parte. También había algo de futuro, una vaga idea que busca volar lejos de mi alcance, aunque bien puede que siempre estuviesen lejos.

La primera historia era una larga pero simple, una sonrisa fingida, a fin de ocultar los miedos que se leían entre líneas. Había un padre ausente, una madre desconsiderada, un tercero que me da bilis de recordar, y ahí aquel fantasma dibujaba planes, sentimientos, torres de cartas, y en una mascara la proeza de una vida feliz. Conocí al ente y me mostré cual amigo y amante, como bufón y Sol. El bufón la hacía reír y la máscara se agitaba por el zamboloteo, mientras que juntos oían en la desgracia ajena un sonido inefable. El Sol calentaba su cuerpo, sus manos frías, su intimidad y daba color a los días grises que cada vez más frecuentes aparecían en el horizonte. Hasta que en cierto momento, el bufón empezó a reírse de ella, aprovechado de su cariño desmedido, mientras que el Sol se alejaba cada vez más, dejando sus manos frías, y su máscara cubierta por la lluvia. La lluvia borró sus consuelos y su dicha, y la máscara cayó dejando al descubierto el derrame de tinta que iba del papel a sus mejillas. Así entonces, el bufón y el Sol emprendieron la huida.

La segunda historia es una incomprendida. Encontré al fantasma en una banca y me senté a su lado a fin de hablarle, pero cada pregunta que hacía era respondida en automático y de la forma más sencilla posible. La noche acechaba y entonces el cielo se volvió oscuro, un tanto morado por las luces de la ciudad y del mirador que se cernía frente a nosotros, mientras que su cara permanecía inmutable. Me arriesgué y rocé mis labios con los suyos, y entonces pude ver unos ojos brillantes y una sonrisa un tanto agradecida, un tanto provocativa, pero quizás, simplemente feliz. Entonces, le presenté al animal, aquel que la buscaba cuando tenía hambre, cuando se sentía solo, cuando quería cariño, y ella tan acostumbrada a convivir con los gatos, le tomó como otro más de ellos. El animal iba y venía, pero ella siempre estaba esperándole, pues a pesar de que no le pertenecía, sentía un afecto notorio por él. Una vez, el animal no regresó por mucho tiempo y aunque ella siguió esperando, la soledad terminó por irse en los brazos de otro animal. Cuando el animal quiso volver, era demasiado tarde.

La tercera historia fue un destello de la vida, una fantasía de comienzo a fin, con el pequeño inconveniente de ser real. En un país lejano vivía este fantasma, un castillo de arena junto al mar, y un calor que cegaba los ojos de transpiración. Por viento llegué, siguiendo su voz que me llamaba y coqueteaba, mientras que mis oídos encantados daban ordenes a mi boca para responderle esperando ser escuchado. El viaje fue largo, y así fue que decidí presentarle todo lo que de mí había, el Sol, el bufón, el animal, el miedo, el padre, el hijo, el músico desahuciado, el poeta dramático, el vicioso, el niño que llevo dentro, la urgencia de mi deseo, las palabras vacías y las verdades espontáneas. Ella a cambio me presentó sueños, metas, futuro. Y entonces las palabras se las llevó el aire, y me quedé con su cariño y su deseo, impregnados en su aroma y en sus labios memorables y despiertos. Sus ojos me invitaron a observarle, su lengua a degustarle, sus oídos durmieron y sus manos palparon lo que podían de mi cuerpo, y así el aroma de dos se volvió uno. Entonces desperté, y aunque todavía escuchaba la voz, mis oídos ya no buscaban encontrarle. "Fantasía eres, y así te quiero recordar".

Y así, entre susurros y fotografías, se retiraron uno a uno. El primero a dibujar edificios de papel, el segundo a jugar con sus gatos, el tercero a su país lejano, y así lo que he aprendido, se fuga con ellos, hasta el momento que he de lamentarlo.