miércoles, 30 de noviembre de 2016

El olvido es mi tesoro.

La noche vuelve estrellada ante mis ojos
y sus ojos brillan como la primera vez,
siempre tiernos, inconsciente es su belleza
y en su rareza titubeo sobre el propósito
de haber sugerido volverla a ver.

Ahora que el adiós viene por mi cabeza
ahora que el olvido no conoce aborto,
que me exhorto más a desaparecer
y no dejar rastro de mis tinieblas.

Sus labios son la certeza de mi despojo,
el odio el anhelo que no se me concede,
y mi mente se angustia sin humo ni vileza
que se desprenda con palabras entre mis dientes.

Ahora que los besos llevan tristeza
y la tierra reclama las pasiones a bordo,
¿Qué será del te amo susurrado cuando ves
que ya todo ha vuelto a la hierba?
¿Qué será de mi sin tu enamoro?
¿Después de todo que me queda?

domingo, 20 de noviembre de 2016

Latidos de la noche.

Aun busco que los labios empiecen conversaciones,
de silencios y contactos de grandes expositores
en las preciosas corrientes de la fruta y de lo abstracto
y que el fruto en tus labios madure,
hasta atragantarme con la manzana de tu encanto.

Hoy que la Luna se asoma por las habitaciones,
y que en la mía se asoma tu rostro y vendavales,
tiemblo aun cuando el cuarto permanece cerrado,
y la luz me ciega de espaldas a la Luna
por tu rostro de ángel que me ha reflejado.

Aun tan cerca y sólo se escuchan los corazones,
latiendo con miedo a encontrarse entre la noche;
las sabanas ocultan el deseo y los arrumacos
y mi cuerpo en cama entume,
al punto que el roce de tus pies es mi decanto.

Entonces la Luna se oculta en negras nubes
y tu rostro consiente al reposo de mi cama afable;
mi amor acecha tu sonrisa hasta su ocaso,
pero mi pecho se perturba
y el vacío acaece por lo ajeno de tus manos.

La mañana llega pero no hay conversaciones,
no hay frutos maduros, no hay más latidos de la noche,
sólo el deleite de tu belleza y su arrebato,
pero la oquedad crece y se fisura
y termino por sentirme solo acompañado.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Ardor inmaduro.

Un mundo tan extraño y lleno de ardores,
el ardor que causan los hijos en los padres,
el ardor a la vida y el suelo que pisamos
y ardores para todos los que no quieran a nadie.

Los labios que se alcanzan y terminan de colores
entre nosotros van formando dos pilares,
los pilares caen y el fuego lo apagamos,
dando paso a la humedad de los hostales.

Dulce ardor para los bellos animales
que vemos crecer y morir cual malos padres;
bello destello, has de faro y sé la luz
que se mantiene en las recámaras de los amantes.

Ardor de los sumisos pero estoicos impecables,
ardor en los celosos insaciables,
ardor imparejo, ardor desangrado,
ardor desde lejos que se apaga en el viaje.

Mi ardor inmaduro se acaba al instante,
desborda, explota y expira, es desechable;
ardiente deseo que no entiende de amos
palabras tristes que no le pertenecen a nadie.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Ensayo 33

1 de Noviembre

He acordado una entrevista de trabajo. Al poco rato Fabiola me llama, preguntando si aun esta en pie la salida de hoy. No recordaba nada al respecto, pero termino llevándola donde será la entrevista, que al fin de cuentas es un centro comercial. Ella llega un poco tarde y no la culpo, no conocía esta parte de la ciudad. Hablamos, comemos, me cuenta sus problemas que no parecen tener fin. Por mi parte, me mantengo ajeno,  ser sólo un amigo es aburrido pero me compadezco de ella. En este momento lo necesita. Ella me espera mientras tengo mi entrevista de trabajo, en la cual la oferta no suena tan mal, más que por el pequeño detalle de unos papeles casi imposibles de conseguir en mi situación. Me retiro en paz de ahí y vuelvo con Fabiola, que de alguna forma logró sacar más problemas a relucir. Quizás hay personas que se quejan de todo o quizás toda su vida apesta.

Me despido y llego a casa. En cierto modo, me siento solo, así que decido hablarle a Laura. Ella parece estar algo seria, pero trato de ser tan agradable como me permite mi amargura. De repente soy callado por un "Espera, tengo algo que contarte" y mi corazón se enfría y entumece. El día de su fiesta, ha ido su exnovio y con las copas encima, la nostalgia, el deseo...  no entraré en más detalles.

Duele.

Le pregunto si ha seguido hablando con él y ella afirma, así que le pregunto si piensa volver con él y ella duda. Tragué saliva y más, y le mencioné que lo nuestro siempre fue una parada en el camino, que había reglas y una de ellas era que de encontrar a alguien mas, nos dejaríamos ir sin mayor problema. Lo digo y me siento vacío, quizás por el frío.

Ella lo entiende.

Entonces, se empieza a despedir, y antes del adiós le digo que la amo. A ella le da miedo esa palabra, pero dice también sentir amor por mí. La despedida dura horas, hablando de hubieras, de posibilidades, de cursilerías y demás encantos que libera esa palabra y así hasta que dan las tres... y el adiós llega su fin y me siento en paz.

2 de Noviembre

Me levanto y hablo con Laura, tratando de mantener una amistad, en parte para no hacerla sentir que no me importa, en parte porque de verdad es así. De repente me doy cuenta: en una hora de charla he fumado tres cigarrillos y entiendo que no estoy bien, que me estoy forzando demasiado rápido así que decido colgar.

Sigo fumando, empiezo a beber un par de cervezas que había en el refrigerador. Poco tiempo después llega Alfredo con un amigo suyo y más cervezas. Tomo otro par, pero el alcohol no se sube, no me alivia. Saco el whiskey y sigo bebiendo.

Llegan más amigos de Alfredo, viejos conocidos míos, tres hermanos. El mayor tocó alguna vez conmigo en una banda, la de en medio tiene razones para despreciarme, en parte por mi obstinación a querer salir con ella, la menor tiene poco que cumplió la mayoría de edad, por lo que cuando la conocí no pudimos conversar gran cosa, no hubiera sido bien visto supongo. Siento la indiferencia de los tres hacia mí, pero me trae sin cuidado. Estando roto lo demás no vale nada. Me limito a ser un buen anfitrión y a seguir bebiendo y seguir fumando, hasta que decido cubrirme entre las sabanas y dejar que el sueño me haga olvidar un momento por lo menos.

3 de Noviembre

No hay resaca, sino más bien un ligero alivio. La casa está sola y no me es dificil hacer algo al respecto. Le llamo a Laura. Al principio trato de ser cordial, buen amigo como el día anterior hasta que entiendo "esto no está funcionando", y vuelvo a decir aquella palabra que tanto peso tiene para mí y se desprende tan fácil de mis labios. Ella sólo dice gracias, pero en lugar de sentirme mal, no me siento rechazado, así que empiezo a hablarle como aquella noche hace dos días, y a ella le gusta,  y vuelve a ser la misma de antes, y nada podría alegrarme más que eso. Quizás haya un todos felices al final de esto, quiero pensar que es posible a pesar de la distancia. Algo maravilloso brota de mí, algo que no sentía desde hace años, y ni siquiera estoy seguro si es igual, quizás sea más... Ella empieza a hablar de cuanto me desea, un deseo muy carnal que me sobra y basta y me tienta a seguir ahí, esperando el día para cumplirle.

4 de Noviembre

Me levanto tarde. Ni siquiera he ido a la entrevista que tenía el día de hoy. Me excusé argumentando que merecía algo mejor. Le hablo a Laura y escupo mariposas y arcoiris, juego al tierno mientras que ella se siente querida, amada, pero también confundida. Eso no importa. No ha dicho que no. Ella juega a quererme y yo a que la amo, y aunque el juego es muy parecido, noto la inminente diferencia. Me duermo un instante y tengo un sueño de lo más irrelevante pero al despertar lo entiendo. Algo cambió. Vuelvo a hablarle a Laura, pero ya no escupo mierda de colores, sino una plática sencilla, disimulada, porque ahora en el fondo de mí entiendo que esto no irá a ningún lado.

Carlos hoy ha salido de clases, y su forma de celebrarlo es estando con Bianca toda la noche, mientras que Alfredo ha viajado para ver a su padre, y en el camino verse con un par de chicas que ha conocido recién.

5 de Noviembre

Empiezo el día a la una de la tarde. Preparo la comida de una vez, y la acompaño con una cerveza. La cerveza se convierte en whiskey y la comida en cigarrillos, y así empieza un maratón de soledad. Cuando Carlos vuelve a casa, me encuentra apenas consciente, divagando sobre lo que siento, sobre lo que no y me siento aun mas solo, frío por dentro, así que tomo otro whiskey para intentar incendiar mi garganta pero no llega al alma.

Más tarde me encuentro en la mesa, y veo al teléfono fijamente. En un parpadeo me encuentro hablando con Laura, y diciéndole lo que siento. Que me causa más dolor que placer, que quizás soy un egoísta por quererla de una vez al lado mío, que puedo ser un idiota, que en un par de meses esté mas lejos que nunca.  Ella dice entender. Entiende que estoy pasado de copas. Se despide.

6 de Noviembre

La resaca sigue sin golpear a mis puertas, y no espero que lo haga. Es un día de paz, de no molestar, de  has lo que quieras, y lo que quiero en este momento y que no me moleste es estar en mi cuarto, escribiendo, sintiendo el viento filtrandose por la ventana, fumando un cigarrillo, jugando a ser más entre menos y luego menos entre nada. Mis ojos se cierran, y entonces vuelvo a tener uno de esos sueños locos, donde no duermo solo, donde los problemas son mas sustanciosos y no tan espirituales, algo irónico para la situación. Entonces despierto y como algo, lo primero que pueda improvisar; hablo con Laura y me encuentro como si la última semana no hubiese pasado, hablando de lo superficial, de lo perecedero, de lo influctuoso pero falaz del ánima. Y me siento en paz, vacío, pero en paz.

7 de Noviembre

He vuelto a buscar trabajo, los lunes son adecuados por la presentación, presencia de alguien qe empieza bien la semana, una finta similar a la que dan los gordos el primer día de Enero en el gimnasio. Consigo una entrevista para el miércoles y me doy por bien servido. 

Le hablo a Laura, apenas y contesta. Quizás es sólo mi imaginación, quizás su cariño se está decantando hacia el otro lado, preguntar no ayuda, pensarlo tampoco, pero ahí está el vacío entre linea y linea y puede que mi amor haya muerto en tiempo record. Intento hablar de la carne, del deseo, del capricho familiar, pero cada palabra suena más ajena, mas lejana. Primera vez en mucho tiempo que yo me despido antes que ella.

9 de Noviembre

Madrugo para ir a una entrevista. Esta es especial. Es de mi carrera. Después de tres horas de camino hasta la planta (lo cual de por si ya era desalentador), me tope con un reclutador gris, simple, hablándome de esclavitud disfrazada de oportunidades. No soy sólo yo, realmente el horario de trabajo apestaba y el salario era menor que el de un vendedor que apenas y acabó la secundaria. Saliendo, me fui a otra, justamente de vendedor. Me encontré con otras treinta personas en busca de un puesto para la empresa, y con reclutadores dinámicos que sabían leer a la gente a traves de su individualidad.  Quizás fue por eso que quedé para el proceso de capacitación.

Nota: Me perdí de camino a la segunda entrevista, y al ubicarme, vi a una joven de vestido rojo, con un caminar elegante, y una espalda que terminaba hipnotizando a los peatones masculinos. Durante el tramo hacia aquel edificio, me empeñé a acelerar el paso a fin de poder ver su rostro, y justo una cuadra antes del destino la vi: No quedé decepcionado. Lo curioso es que después de que me registrase en recepción, la vi entrando y registrándose también. Ahí estaba frente a mí, en la sala de espera. El silencio era necesario. Para mi sorpresa, ella también pasó a la siguiente etapa, y me vi caminando el mismo trayecto de antes, esta vez de regreso y con la diferencia de que caminaba a su lado, halábamos, reíamos, jugábamos. La acompañé hasta su transporte y al despedirme le pedí su teléfono, a lo cual ella aceptó. No pienso volver a verla, pero fue divertido mientras duró.

10 de Noviembre

La capacitación ha durado diez horas, más la hora que me perdí buscando el camino a casa. No siento las piernas y apenas puedo abrir los ojos.

11 de Noviembre

Me quedé dormido. Estoy fuera. He hablado un poco con Laura, sobre alejarnos un tiempo, sobre lo que siento que es correcto. Ella me cree incorrecto pero no me ha detenido. En este punto no se si es cuestión de orgullo o de un amor incomprendido.

12 de Noviembre

He visto a Miriana. Le acaban de robar el bolso, y yo ya no encuentro palabras para consolar la desgracia en ella. Trato de hacerla olvidar un momento el trago amargo y la invito al cine. La función tardó un par de horas para empezar, por lo que aproveché para preguntarle por su situación con "G". Al parecer no están juntos como antes, sino mas bien juegan a conocerse, a cambiar, al empezar de cero y yo no lo entiendo. Hace mucho que no estoy en una situación o quizás nunca lo he estado ni lo estaré.

14 de Noviembre

Llamadas entrecortadas con Laura, pláticas banales, no más cariños. Si, mi amor está agonizando. Hablo con ella y se entretiene haciendo mil y un cosas que me dejan colgado. Veo la hora y es media noche, así que le pregunto si no irá a dormir. Dice no tener sueño y entonces empiezan las preguntas, la indagación sobre la distancia, sus sentimientos, y ella dice no estar segura, que no entiende como se distrae tan seguido. Yo lo entiendo, he estado en esa situación, donde tratas de no pensar en el problema, en el punto final, en el buena suerte y hasta luego. Y entonces las preguntas dan frutos, y los frutos están secos, marchitos, acompañados de un sabor de desaliento por los tiempos venideros. Pido consejo a su boca, pero no parece querer buscar alguno. Entonces dejo de retrasar lo inminente y solicito el adiós, uno que durase hasta que me necesitase, que me dejase de querer y que preferentemente, yo también la dejara de querer.

Adiós.

15 de Noviembre

He salido con Carlos y Alfredo a cenar en uno de esos restaurantes de tres b's. Sirve para despejarme un poco de tantas ideas adversas e inmejorables en soledad. A decir verdad, los tres siempre tenemos algún problema, Carlos inventado como complicar las cosas con Bianca en su afán de perfiles idealistas, Alfredo con el rezago de su amor hacia Silvia. Comida para los imposibles.

17 de Noviembre

He mandado a calibrar mi guitarra. En un par de días ensayare con Alfredo y un par de amigos, esperando tener algo de alivio de la monotonía.

Carlos ha salido de viaje para ver a su familia, hay más silencio.

19 de Noviembre

El sueño llegó muy tarde y la música demasiado temprano, y así con ojeras un intento de ritmo se mezclaba con una melodía disonante, creando un pequeño fiasco, como los que tenía en la preparatoria. Entiendo que es la primera vez, que estoy oxidado, pero creí que podía esperar más.

20 de Noviembre

Después del ensayo del día anterior, Miriana llamó para venir a la casa. Había alcohol y comida, así como buen ambiente, aunque no podía evitar el nerviosismo de tener a Miriana cerca. Por alguna razón, mi corazón se sentía libre de amarla, sin miedos, sin ataduras, pero no así todo lo demás en mí, que se mostraba retraído al contacto directo. El alcohol ayudó, por lo menos hasta que el whiskey y el vodka se terminaron, dejando en mis manos lidiar con una Miriana que apenas se sostenía de pie, bailaba para dar un paso adelante, y se recostaba en el suelo, el cual jamás había sido tan cómodo como en ese momento.

Después de que Alfredo se aislase a sus apocentos, acompañé a Miriana al cuarto de Carlos, y a expensas de todos los contras que pude haber encontrado, el pro predominante (el alcohol) me hizo acostarme al lado suyo. Jugamos un poco, ella divagaba y decía sin sentidos, y yo reía y propiciaba su risa, acariciaba sus rizos para calmar su desatino, y me permitía velar por su bienestar.  En algún punto y dadas las circunstancias de su razón, se deshizo del brasier y  volvió a acostarse al lado mío. No dudo que mi cara se haya puesto roja en ese momento y aunque el morbo se quería apoderar de mi vista, me mantuve al margen de su rostro inocente de toda perversión.

Sin embargo, he de admitir que el alcohol no es buen consejero (Alfredo es un gran ejemplo de ello), y entonces las palabras se fugaron de mi boca hacia sus oídos apenas conscientes, y las recibieron con gran atención del divagar de sus pensamientos. Sin embargo, por cada palabra que se esfumaba, así también mi pecho se desarmaba con sus respuestas gentiles pero indeseables para mis adentros. Las horas pasaron, y el sueño terminó por abatir sus ojos, pero no del todo su boca, y así como buen idiota, rocé mis labios con los suyos, pero entonces lo noté: ella ya estaba dormida. No fue un beso, no hubo nada de por medio, pero aún así una sonrisa algo conformista se asomaba por mi rostro, mientras que mis ojos se clavaban en su sosiego y perdía la noción del tiempo, que luego me devolvería la luz del Sol.

Ella se levantaba temprano, y me abstengo de dormir, a fin de seguir tratándola. No puedo aceptar el rechazo, no porque tenga esperanzas, sino porque ella está incrustada en mi pecho, y no tengo poder para sacarla de ahí. Salimos a comprar cosas para el desayuno, incluyendo una cajetilla. Ella me enseña una receta, yo le enseño lo mucho que me encanta, pero un gracias y ganas de fumar es lo único que recibo a cambio. Hay un gran Sol allá afuera, pero estoy temblando. Finalmente ella se va, y yo empiezo a lagrimear, a cantar, a fumar, o cualquier otra cosa que sirviese para la ocasión.

25 de Noviembre

Mañana viajaré a mi ciudad natal, todo ha pasado demasiado rápido. Estaré un mes y medio allá y siento que dejo demasiadas cosas pendientes, oportunidades que no volverán, personas que me hacían mantenerme de pie, el cigarro pues mi familia es muy estricta con los vicios... pero no hay vuelta atrás. Mañana veré a Miriana, después de eso, la próxima vez que la vea no será más que una amiga para mí, lo presiento, es lo que quiero creer esta vez, es lo que necesito hacer.

26 de Noviembre

Acompañé a Miriana al centro de la ciudad, necesitaba hacer un tramite, y a expensas de perder horas de sueño, decidí acompañarle y pasar mi último rato de quererla a escondidas, de regalarle sonrisas que luego entenderá no estaban para nadie más. Después de un rato, caminamos por las calles más concurridas y antiguas, comimos en una panadería con estilo francés o algo similar, y antes de llegar al metro, le hablé del diario, de como jamás he podido ser honesto del todo con ella, como al leerlo me entenderá un poco mejor, también me gustaría una segunda opinión para saber si realmente transmite algo o si sólo soy un charlatán, que mejor que saberlo de ella. Pronto le daré una copia.

27 de Noviembre

He llegado a "casa". Me acogieron con problemas, malas vibras, silencios incómodos, ni siquiera buena comida, será una temporada algo terrible.

28 de Noviembre

Hoy vi a Laura. Fui a buscarle a su trabajo, cerca de ahí estaba la cafetería donde nos habíamos conocido y terminamos tomando ese café tan terrible, pero tan nostálgico. Ella no hablaba mucho, ayer decía que debía contarme algo y ahora que estábamos frente a frente las palabras no llegaban a los labios, sólo el viento apenas notorio de un ventilador, que rechina y llena los silencios con eternidad. No podía seguir así y pregunté que era lo que me tenía que decir. Su cara se tornó depresiva, mientras me contaba que había salido con su ex novio y el se enteró de que uno de sus amigos estaba interesado en ella. Habían peleado y ella se sentía culpable, yo no dudé en contradecir su tristeza, aunque no hay poder de convencimiento en un hombre despechado.

Salimos y nos dirigimos hacia la terraza de la plaza central, donde hace casi dos años nos habíamos dado el primer beso y ahí las estrellas que no veía en la ciudad parecían bajar a contemplar el drama que se festejaba en nuestros corazones. Hablamos un poco de lo banal, de trivialidades, de recuerdos, el pasado que se escapó y de tantos arrepentimientos de mi parte por no haber disfrutado del todo su compañía. Intenté besarla, pero me esquivó con gran incomodidad, y una mirada reprimida, le abracé y le dije que la amaba, y ella solo respondió que ella no podía decirme lo mismo, que yo debería dejar de decirlo también. Pero no hice caso, y lo dije diez veces más, quizás veinte, y mientras lo hacía la abrazaba y me daba el lujo de besar su mejilla derecha y su cuello, y entonces al segundo beso que lancé a su boca, ella no se movió y correspondió a mis labios, y después de casi un minuto acercó su boca a mi oído y me dijo "te amo". Entonces me sentí frío, jodido, porque no fue amor lo que me obsequió, más bien un adiós, un premio de consolación o quizás el más absurdo sentido de compasión a un muerto que nunca más volverá a querer.

La abracé de nuevo, y no la solté a fin de ocultar mis ojos rojos y lagrimeantes y mis manos que temblaban por tanta tragedia y ansiedad que de buenas a primeras no podía olvidar. Cuando volví a ver su rostro había culpa, un sentimiento de traición a ese pedazo de imbécil que no merece tanta ternura y sin embargo, la tenía. Le insistí que no había porque sentirse así, que yo no le había dejado opción, que era mi culpa, y ella me calló y dijo: No, yo tengo la culpa... yo quería hacerlo. No está siendo fácil tampoco para mí. Otro abrazo, más silencio, más estrellas, una brisa fría que envuelve pero no penetra en los pulmones ya helados sin la chispa que hacía un par de minutos aun se mantenía. Hoy vi a Laura... y le dije adiós.