sábado, 17 de septiembre de 2016

Ensayo 31

1 de Septiembre

Carlos le ha dicho te amo a esta chica. Se ha ganado el nombre de Bianca, que la confidencialidad para con los personajes es necesaria para protegerles de los paparazzi y los fanáticos desquiciantes (sin ofender a nadie). Dejando eso a un lado, me preocupa la velocidad de su enamoramiento, de sus besos a chupetones, de sus manitas sudadas a cuerpos empapados. Claro que yo tambien lo he hecho, y es en ese punto donde no reconozco si habla la experiencia o la envidia. Mientras que en una semana iré a visitar a mi familia por mi cumpleaños, trato de colocar los pies en la tierra, pero es difícil cuando nadie a tu alrededor parece saber o querer hacerlo, cuando Laura solo me habla de la carne y el calor, cuando a Carlos le hierve la sangre y a Alfredo le carcome la bebida el hígado. Y entonces las puntas sienten tierra firme en Miriana, que aun tan ocupada me ha invitado a comer a su casa.

3 de Septiembre

La he ido a ver, y me ha recibido en una combinación entre fachas y un vestido elegante. La falta de maquillaje le da un efecto bastante casual al asunto, pero aun así su sonrisa no la puede ocultar de mí. Esa sonrisa suya y de nadie más luce tan bella, tan apetecible, tan deseable, mientras que mi rostro no hace más que fingir relajación. La he acompañado a comprar los ingredientes para la comida pero en vista de la ausencia de uno, la idea ha cambiado a algo mucho más simple. Me trae sin cuidado, que al fin de cuentas yo no vine por la comida. Ella se abre conmigo, me cuenta de sus ideales de amor, concordamos, debatimos, pero jamás una pelea, sino mas bien un pequeño desafío. Al final he perdido pues no he podido robar aquel beso al cual me ha retado inocentemente durante tanto tiempo. Me insisto que no es el momento, que aun no puedo ofrecerle nada, que he venido como un amigo a sus puertas y no puedo profanar su casa con mis deseos de traición. 

7 de Septiembre

Me he encaminado a casa, a mi antigua casa. Me han recibido con sonrisas que se acaban al rato de unas horas, cuando todos vuelven a sus vidas cotidianas y dejan de tener tiempo para disfrutar. No es culpa de ellos, admito que estoy fuera de las épocas vacacionales, eso no quiere decir que no me desanime. 

8 de Septiembre

Laura y yo acordamos de vernos. La situación la traté de hacer de lo mas casual: una cerveza en algún bar de los pocos decentes que hay por aquí, platicar de lo que ha pasado, tratar de mantener el pudor a raya y despedirnos con cordialidad. En algún punto de aquella noche, el alcohol se convirtió en condones y el bar en un motel, y así bebimos hasta que nos embriagamos de lujuria y la noche se terminó, dejando una estela de satisfacción y culpabilidad. 

9 de Septiembre

Se me ha preguntado que es lo que deseo para celebrar mi cumpleaños. "Una salida a comer y un pastel en casa bastan y sobran" fue mi respuesta.

10 de Septiembre

Y... como si hubiera dicho "hagan lo que quieran", el salir a comer se convirtió en una fiesta familiar en un terreno que quedaba a una hora de la ciudad, donde no había más que Sol, pescado fresco, alcohol y conversaciones sobre personas que en mi vida me han importado. Me hubiera gustado haber podido tomar al menos, pero me lo ha prohibido mi madre. Es así como se arruina un cumpleaños. Por cierto, que el pastel es el mismo que me compraban desde que tenía cuatro años, lo cual me deja pensando si alguna vez se han dado cuenta de que es lo que me gusta en realidad o es solo que nunca les ha interesado. El mejor regalo ha sido el de mi hermano, un par de audifonos para olvidarme por un momento de esta cruda realidad con aroma a pescado y hombres sudados.

12 de Septiembre

El trago amargo me ha hecho decaer y he buscado consuelo en las manos delgadas pero suaves de Laura, y a pesar que ha habido sazón del instinto de por medio, me he terminado acomodando junto a su espalda, quedando dormido la mitad del tiempo que suponía verla. Mientras que por un lado me siento apenado con ella al respecto, he de admitir que me hacía falta dormir con tanta tranquilidad desde hacía mucho.

13 de Septiembre

Por fin he vuelto al departamento después de una semana de amargos, excesos y descaros. Me he topado con un pastel envinado y un par de cervezas. Esto si que alivia, y entre paradojas, me quito lo amargo con la bebida amarga más consumida del mundo. 

14 de Septiembre

En dos días iremos a pasar la noche en una cabaña en medio de un bosque, donde Alfredo se lanzará cual kamikaze sobre Silvia. Eso me deja con Miriana y Carlos. No termino de entender aquella situación.

15 de Septiembre

Se esta celebrando algo en las calles, algo que ya todos han olvidado, que parece fue bueno, fue importante, pero ahora sólo es una excusa para la pirotecnia, para el alcohol, para sentirse patrióticos sin saber lo que eso significa. No soy una excepción, y así pues he cocinado un platillo típico y tomado un par de cervezas.

16 de Septiembre

 ....Y así hasta que la noche se hizo de mañana... y entonces el día del viaje llegó. Mis ojos no encontraron consuelo en el camino, y es que tener al lado a Miriana en el auto me hizo mantener el estado de alerta continuo, sonriente, apacible, quizás feliz. He de admitir que pensé que la cabaña sería más grande, pero al menos también cuenta con una hoguera y una mesa en el exterior. 

En primera instancia nos hemos echado a andar y ver en los alrededores. He de admitir que se respiró un poco la decepción al notar la ausencia de fauna silvestre (no puedo contar los perros abandonados), pero el ánimo del grupo subió al encontrar el esqueleto de un cánido en excelente estado. Sé que suena extraño, pero eso pasa cuando sales de excursión con dos estudiantes de medicina y el hijo de dos biólogos, mientras que la cara de Silvia y la mía mostraban cierto escepticismo y complicidad en ello, fue gracioso en cierto modo. La lluvia interrumpió la expedición y volvimos de inmediato a la cabaña, donde el vodka y unas cervezas nos esperaban. 

Carlos empezó a sentirse mal y se retiró casi de inmediato de la escena, dejando solo dos extrañas parejas que convivían entre risas exageradas, bromas absurdas y cierto momento que buscaba llegar. La lluvia cesó y entonces prendimos el fuego afuera. 

El frío era poderoso, pero todo parecía mejor con la luz de la leña extendiéndose, las salchichas asadas, y el alcohol que no parecía tener fin. En cierto momento Alfredo sacó la guitarra, y empezó a tocar canciones que poco a poco se tornaban más melosas e íntimas, mientras que Miriana parecía atontarse con el alcohol y perdía el hilo que intentaba tejer Alfredo. Opté por llevarla a caminar por las cercanías, lo cual en primera instancia no tomó bien, y aunque intenté explicarle mi punto, su capricho era un argumento aun más poderoso y vivaz. Lo dejamos por la paz y entonces volteamos simultaneamente al cielo, a aquella Luna tan huerfana al cuidado de estrellas lejanas pero que le acompañaban en su melancolía. De repente noté que estaba temblando, cierto que el frío era mortal pero no temblaba por él, sino por lo que sentía dentro, estaba a solas con Miriana, pero las palabras parecían tan dificiles, tan forzadas, sin sentido alguno de mencionar; ella al notarme temblar, me abrazó contra su pecho y dijo "volvamos al fuego, creo que ya les dimos tiempo suficiente".

Al volver ahí, topamos con que Alfredo y Silvia no estaban, y mientras yo me acercaba al fuego, Miriana lo alimentaba con la poca leña que quedaba. 

-Se está acabando ya, creí que duraría más. -decía ella, algo más preocupada de lo que debería por los efectos del alcohol. 

-Dejalo así, quizás sea hora de que se apague. -Ella se acercó a mí después:

-¿Y bien? ¿No hay nada más que me quieras decir?

-Quizás si, quizás está de más decirlo.

-No, sé honesto conmigo, no quiero que me escondas nada. -Decía mientras sacaba dos cigarrillos de una cajetilla y me combidaba uno.

-Es algo que creo ya sabes, ¿vale la pena decirlo? -Prendía su cigarrillo y el mío.

-Dímelo entonces, ya veré si lo sabía o no.

-...Vale... No sé como decirlo, así que supongo sólo lo diré. Me gustas, y sé que no era ningún secreto.

-Mm... si lo sabía, pero quiero que me digas que es lo que te gusta de mí.

-Vaya, admito que eso no lo esperaba. -La primera de muchas cosas. -Vale, creo que puedo empezar por decir que en este momento no sé que pasa en mi vida. No se lo que quiero, lo que debo de hacer, me encuentro varado, pero si hay algo de lo que en realidad puedo estar seguro es de lo que siento por ti. He tenido la oportunidad de conocerte y con cada día que paso mi interés empezó a volverse en cariño, en  preocupación, en alegría de pasar tiempo a tu lado.

-Entonces ya no estamos hablando de gusto, sino de amor...

-Amor... esa palabra... -Esa maldita palabra que tanto miedo me da. -Si, supongo que le puedes llamar así. Si habláramos solo de gusto, te diría que desde la primera vez que te vi, algo se movió dentro mío, pero admitamos que la diferencia de edad era algo en ese momento. Tu catorce, yo diecinueve, no había forma de que eso pudiera acabar bien. En parte me alegro que las cosas hayan pasado así, que al fin de cuentas aquí estoy junto a ti.

-Bueno, que yo te gustaba lo sabía, me lo había dicho mi hermana alguna vez, y efectivamente no te hubiera hecho caso. Es esos tiempos más de alguno lo intentó y la edad los descartaba desde el primer momento. Pero aun sin contar aquel entonces, antes de este momento tuviste varias oportunidades, ¿porqué nunca hiciste nada?

-Esto que te voy a decir creo que igual ya lo sabías, me refiero a lo que Carlos sentía por ti.

-Efectivamente lo sabía. Era muy evidente, pero a pesar de eso, yo siempre lo vi como un hermano. Lo quiero y todo, pero no hubiéramos podido funcionar como pareja. Me alegra que haya encontrado a esta otra chica, Bianca, se nota que encajan muy bien.

-Bien, pues en momentos anteriores, Carlos siempre tuvo la idea de decírtelo incontables veces, y si bien desperdició todas y cada una de las oportunidades, siempre esperé a que el recibiera una respuesta antes que yo empezará a intentarlo de verdad.

-Entonces, ¿hubieras preferido que yo hubiera estado con él?

-Para nada, me hubiera dolido mucho, pero si así dos personas que quiero hubieran sido felices, no tendría como quejarme. Además míralo de esta forma, me he quedado con el mejor escenario para decírtelo: A solas en medio del bosque, al lado de una fogata y con el alcohol ya muy abajo.

-Bueno, me alegra saber todo esto que me estas diciendo, en verdad me alegra, lo agradezco desde muy dentro mío, aquellos que me han dicho lo que sienten los considero valientes, y por lo mismo yo atesoro aquello que me confían,... pero me temo que no pueda darte falsas esperanzas, pues yo ya he encontrado el amor en los brazos de alguien más. Pero en serio que agradezco que me ames, no quiero que pienses que son palabras sin peso.

-Supongo que lo entiendo. Eso no hace que duela menos. -Dije pensándome el desenlace de esta noche como el de muchas otras, pero al alzar la vista noté sus lágrimas cayendo de cada lado de su rostro. No pensé. Sólo la abracé.

-En serio que lo agradezco. -Dijo con la voz entrecortada. -Yo también he sido rechazada, sé lo terrible que es el no. Nos deja marcados aunque nosotros no queramos verlo. Yo por eso quiero atesorar aquellos sentimientos, y aunque sé que no puedo corresponderlos, no significarán menos para mí. 

-Disculpame, creo que estaba siendo egoísta viéndolo sólo desde mi perspectiva. Supongo que un gracias es mucho mejor que nada. Más si viene de ti.

-Espera, se está apagando el fuego, solo quedan tres leñas...

-Deja que se apague, ya ha durado lo que tenía.

-No quiero dejarte con un trago amargo, sé que nadie lo merece después de haber sentido tanto. Quiero que entiendas que de verdad me importa este momento, pero no puedo hacer nada para corresponderte, ni siquiera darte una esperanza. Me alegra que lo hayas dicho así, que no lo guardases, que no te excedieses con un beso que acabaría en un bofetón y borrón y cuenta nueva.

-Lo sé, desde antes de decirlo sabía la respuesta. Era igual por eso que quizás no valía la pena decirlo, la respuesta no iba a cambiar, pero si que ha cambiado el escenario en que se me ha presentado. Agradezco esta noche a tu lado. -Tomaba su mano y la calentaba con suaves movimientos de mi pulgar. -Ahora que lo mencionas, no sabes la cantidad de veces que pensé en robarte un beso...

-Que bueno que no lo hiciste, te hubiera quedado marcada la mejilla por un par de días. Además tu no eres ese tipo de hombre. Eres un caballero.

-Eso no me hubiera molestado, creo que hubiera valido completamente la pena. Y sobre lo de ser caballero, es algo que he dejado sólo para ti, pues no tienes idea de la cantidad de besos robados que he dado sin finales tan agresivos. Simplemente no era la forma de hacerlo esta vez. -Sacaba el tercer par de cigarrillos.

-No creo que te hubiera gustado en lo absoluto una cachetada mía. Ha sido mejor así.

-Entonces demuéstramelo. Adelante.

-¿Qué? No te golpearé. No me has hecho nada. Deja pongo otra leña... sólo quedan dos...

-Te he dado mi corazón. ¿Eso cuenta? Vamos, quiero sentirlo. -El rechazo. -Deja que se apague ya, no hace falta más.

Ella me abrazó y dijo: -Tonto.

-Vale, entonces respóndeme una pregunta. En el escenario hipotético donde no estuvieras con aquel tipo, en el que tu corazón fuese libre, ¿habrías dicho que sí? Digo, sé que no soy el mejor partido pero no estoy tan tirado a la calle, quiero pensar.

-Si, al menos lo hubiera intentado. y sobre lo del buen partido, ¿que tipo de persona crees que es "G"?

-Pues a mi parecer, un tipo sin gracia que en algún momento estaba en condición, estudiante de medicina, de bajos ingresos económicos, que muestra dependencia hacia tu persona.

-Lo que ves es lo que es, pero para mí es más que eso. Su querer es algo que me da felicidad, aun si no es perfecto, si no me puede prometer nada. Aun si esto acabase en un par de años, un par de meses, disfrutaría hasta el último día ese amor que me brinda y que yo gustosa también le brindo.

-Justo uno nunca sabe que puede pasar mañana. Quizás yo encuentre alguien más, o quizás tu termines con él y ahí siga esperando yo por ti.

-El futuro es incierto, eso es verdad, a veces uno está arriba y otras veces abajo. Hace poco estuve apunto de terminar con él ¿sabes?

-Sí, lo sabía. En esos días salí contigo, justo entonces pasaba por mi cabeza el aprovecharme de la situación, darte el máximo incentivo para que te separases de él, pero no hubiera sido justo para ninguno de los tres. Si en algún momento he de merecer un sí, sera con todas las de la ley y no tan sólo por un momento de debilidad. -Ella rió un momento.

-No estoy del todo de acuerdo con eso. Soy de pensar que en la guerra y en el amor todo se vale, y si lo digo es porque así conocí a "G". Yo justamente estaba en un momento complicado. Mi pareja en ese entonces se iba a estudiar lejos, y la distancia hizo estragos rápidamente. En ese momento entró él y aunque no lo supiese en ese momento, terminaría involucrándose emocionalmente conmigo y acabaría por ocupar ese lugar que ya lucía ausente.

-Él ha sido un tramposo desde el comienzo a mis ojos. Cada quien su cruz. -Dije mientras encendía el quinto cigarrillo.

-Sigues temblando. Acércate más al fuego. Pondré el último leño.

-No hace falta. No tiemblo de frío, al menos no del que se siente por fuera. -Una mirada de compasión se escapó de su rostro.

-De una forma u otra, siento que hemos vivido cosas similares. Siento que puedo contarte cosas que ni a "G" he contado. ¿Me dejarías abrirte mi corazón?

-Estaría halagado. -Y en ese preciso e increíble momento llegó Alfredo y Silvia con un sentimiento incómodo que se esparció a nosotros, y así las risas forzadas surgieron y se apropiaron de la situación. Así empecé el sexto tabaco.

Las pláticas se tornaron poco fluidas, al punto de rescatarlas narrando "El cuervo" de Edgar Allan Poe. Miriana, que tanto había pedido anteriormente contar historias de terror, estaba ahora aterrada, pidiendo continuamente que me callase. La lluvia caía, en las cercanías se escuchaban movimientos, animales, perros, gatos, insectos, quizá un cuervo con insomnio y con un vocabulario de tres sílabas. El miedo terminó por mandarnos dentro de la cabaña, donde Carlos permanecía entre dormido y delirante. Nos mantuvimos un rato más en la sala de estar, donde empecé a relatar "El gato negro" y Silvia abrazaba a Alfredo, y Miriana se consolaba a sí misma, pues en ese punto yo era el miedo, el frío encarnado, temblando, con una voz firme y elocuente que escudriñaba más que el helado bosque que se cernía detrás.

Por fin nos acostamos, y terminé durmiendo solo en la litera de arriba, mientras que Miriana se metía en las sabanas de Carlos y se ponía cómoda. En ese momento tan solitario, tan depresivo, empecé a contar ovejas. Literalmente conté ovejas, en voz alta, sin preocuparme que alguien le fuese a molestar. Una oveja, dos ovejas...y a las 43, mi voz se quebró y una lágrima resbaló por mi mejilla. Después de una pausa de dos minutos continué, y así hasta llegar a 80. "80 putas ovejas". Me callé y miré al techo, que no se callaba, que seguía goteando, deteniendo la lluvia, deteniendo mi descanso. Me bajé de la litera y volví a la sala de estar, solo, sin abrigo, temblando durante hora y media, pensando lo bien que combinaba con mi sentimiento.

17 de Septiembre

La mañana llegó pronto, sin previo aviso, dejando a la vista cierto ánimo depresivo, corazones rotos, momentos que pudieron ser hermosos hechos cenizas, como la fogata del día anterior. El regreso a casa fue largo, silencioso, castigador. Miriana se recostó en mis piernas y se quedó dormida, mientras que acariciaba sus ligeros rizos. Esa noche bebí, y así los siguientes siete días. Poco más tarde, habría de enterarme que Alfredo corrió una suerte similar que la mía. Quizás la amistad entre sexos opuestos no existe, quizás el amor termina por ganar terreno, la verdad es que nadie sabe vivir solo.

21 de Septiembre

He empezado a ir a terapia. Aun cuando jamás había ido y desconocía el procedimiento para empezar, logré notar ciertas verdades ocultas, como el hecho de que le tengo miedo a mis padres. A mi madre por defraudarle, a mi padre por seguir sus pasos, y que sin embargo estoy muy cerca de ambas situaciones. Hay mucha presión sobre mí, más de la que querría aceptar.

23 de Septiembre

El padre de Alfredo nos ha invitado a un pueblo en las cercanías. Lucía como una buena oportunidad para distraerse, hasta que supimos de que se trataba. Era para enterrar las cenizas de su hermana y para asistir a la misa, como si faltasen más sabores amargos en la boca. En lo personal, detesto las iglesias. No soy ninguna clase de anticristo ni mucho menos, pero el tratar de encontrar paz en un lugar donde la gente se pasa descargando sus malas vibras resulta absurdo a mis ojos. Paredes forradas de oro, y un montón de rostros celestiales recriminándote con la mirada aquello que considerasen incorrecto.

28 de Septiembre

He tenido mi segunda sesión con la psicóloga. Esta vez hablamos del miedo a la dependencia, de como busco curar lazos a modo de romperlos, como estoy atado, es duro enterarse de todo esto. Una cosa más: Tengo miedo a demostrar lo que siento y quiero, es obvio que hay algo por cambiar.

Hablé con Laura hoy, tenía que decirle lo mucho que ha hecho por mí, agradecerle su cariño provisional, sus caricias, sus besos con sabor a cierto, su ligereza para mi pesadez, su sencillez para mi pandemónium. Recibí una bella respuesta, un dulce sabor de boca que me alivió esta noche, pero no sé cuanto durará.

30 de Septiembre

Miriana ha llamado, quiere venir a casa. No se escucha bien y acordamos que era lo mejor estar con ella. Yo bajé a recibirla. Venía con una maleta bajando del taxi, me vio y se rompió. Se lanzó a mis brazos y sus lágrimas desbordaron y así yo la sujetaba, tratando de darle un indicio de fortaleza, de comprensión. La llevé de inmediato al departamento, y empezaron a llover abrazos y preguntas.

Una pelea con "G" era el asunto, de esas que atan cabos, que cierran casos, esas donde las marcas no son sólo emocionales, sino físicas. Mientras ella relataba lo sucedido, mis manos se tensaban, mi puño se cerraba y entumecía, mis dientes chasqueaban, y una vena se marcaba en mi frente. Ella tenía miedo de volver a casa, de enfrentarlo, de que algo más pasase, y justo en ese momento empecé a hablar "en mi opinión, deberías salirte de ahí lo más pronto posible". No estoy seguro si lo dije por mí o por ella, quizás fue un poco de ambos. Mis palabras resonaron, hubo voces concordando, pero la de ella se mantenía callada, quizás sintiendo como dos años de su vida se iban a la basura de un día para otro. Le ofrecimos el departamento durante el tiempo que fuese necesario, pero ya una amiga le había ofrecido quedarse con ella. Aun así tenía que volver a casa. Había dejado un par de cosas y así le acompañamos a ese lugar que jamas se había visto tan tétrico como entonces. Yo me ofrecí para subir su maleta a su departamento, no esperaba que desde la entrada iba a encontrarme a "G". Mi corazón se aceleró, mis brazos empezaron a temblar, no entendía lo que estaba pasando. Me saludó como si nada hubiera pasado, con un descaro digno de un sociopata, con una exigencia de destrozarle la cara. Subimos los tres y de inmediato me encerré con Miriana en su habitación. Ella me abrazó y se percató:

-¿Quieres golpearlo, verdad?

-Como no tienes idea, pero creo que ya has tenido suficiente por un día.

-Gracias por no hacerlo.

Ensayo 30

1 de Agosto

Entrega de documentos en la universidad y en el trabajo. Nada en particular más que el deseo de terminar de una vez por todas. El último gran paso son los dos examenes que me han clavado por mera negligencia de la universidad. "Estoy listo" es una mentira bastante creíble en mi cabeza.

12 de Agosto

En dos días serán las evaluaciones y alguien parece más preocupado en dormir bien que en estudiar para ellos. Quizás debería hablar con él.

14 de Agosto

Por fín. Libre. Ahora puedo flotar hacia la nada.

20 de Agosto

Carlos parece emocionado. Después de mucho tiempo, se volvió a atrever a salir con una chica y aunque no tiene grandes expectativas de avance, existe cierta química que no puede negarse.

21 de Agosto

Ha llegado dando brincos de alegría. Los hombres de ahora se conforman con un beso, y es por eso que me niego a juzgar su alarde, aunque el mundo sigue, yo me quedo. Me han dicho que Miriana ha vuelto a la ciudad, quizás deba intentar empezar a moverme, puede que no sea tan malo.

22 de Agosto

Le he hablado, pero parece estar ocupada en la universidad, supongo que no había vuelto para divertirse. Cuando uno tiene tanto tiempo libre, empieza a perder, no sólo la noción del tiempo, sino también del entorno, de los demas, de las circunstancias. El único lugar a donde ir en estos casos es la cama, que parece nunca cambiar su esencia perezosa y solidaria.

26 de Agosto

El cumpleaños de Alfredo. Carlos y yo nos hemos asegurado de que sea un día agradable, pero al final aquella chica tan importante para él ha hecho su parte también. Al final sus amigos han llegado a casa y le hemos improvisado una fiesta sorpresa. Él ríe, y todos ríen y beben, mientras que cae la noche y todos se van menos las tres personas más importantes para él en esa habitación, los personajes principales he de decir. Silvia y Alfredo hablan, ríen, coquetean de una manera inocente y confusa que ellos no parecen entender, pero se acurrucan, se confiesan y de repente un ruido se escucha en la sala: un vaso roto.

 29 de Agosto

Alfredo está encerrado en su habitación; las cosas no han ido como el hubiera querido y necesita digerirlo. Me gustaría poder hacer algo por él pero no parece ocupar un apoyo mas que el de su almohada. Por otro lado Carlos derrocha alegría, pues la chica aquella ha aceptado una relacion formal. Pienso que ha sido todo muy rápido, que quiere comerse el mundo como yo una vez lo quise, como Alfredo también y entonces recuerdo que es cuatro años menor que yo, que nada está escrito aun, y que por más que piense que puede ser un error, no puedo desacreditar los sentimientos de los dos. Ahora soy el neutro, el punto intermedio entre la depresión y la dicha.

30 de Agosto

El alcohol se ha vuelto la cena de estos días para Alfredo y para mí. Aunque no lo pareciese, somos similares, porque mientras uno recibió un no a medias y el otro uno implícito, estamos rotos, aun con esperanzas, pero sin la voluntad de levantarnos. Algun día lo haremos, algun día quizás seamos todos felices, y quizas también los monos emprendan el vuelo, cuando me dejen dos monedas para el barquero quizás.