lunes, 1 de agosto de 2016

Ensayo 29

29 de Julio

Me he perdido un largo tiempo por el examen de egreso. 250 preguntas para 10 horas puede sonar poco pero también desalentador, a mal augurio, a un gran esfuerzo. Es así como un día antes de la aplicación, me han pegado los nervios en forma de insomnio, y cuatro horas tuvieron que ser suficientes para mantenerme todo el día. Pudo haber ido peor es mi único consuelo. "Un paso menos hacia la nada".

30 de Julio

Un cuerpo cansado que se le olvida el significado del reposo. A las siete de la mañana se encuentra sentado, inmóvil, pero no relajado; mira hacia el vacío, o quizás a ese pequeño agujero en la pared que no la atraviesa, como si escondiese el íntimo secreto del objeto del significado. Una parte de sí gruñe, se enoja, exige, pero se mantiene firme en su desidia, y entonces, cuando decide que la vida ya no tiene sentido, lo obligan a salir. Ahora se encuentra en un bosque. Toma un pequeño desvío de la senda y se dirige cuesta arriba. Ahí se encuentra rodeado, troncos altos y magros, pero aun así carentes de la languidez de su espíritu, y en el viento encuentra la nada. Ni un sólo ruido, ni una vibración, ni siquiera el latido de su corazón. Y sonríe.

31 de Julio

Anoche he terminado viajando de bar en bar, en busca de un ambiente digno de la noche tan monótona que se elevaba por encima de mis ojos. La compañía era de calidad, pero no así los ánimos, que con cada copa se extinguían, quizás desechados en cada visita al baño. Rincones oscuros, otros iluminados por soles de cristal y wolframio. Algunos llenos de hombres exóticos que olvidan su naturaleza y se entregan a los encantos de Sodoma, mientras que otros contaban con verdaderos maricas, hablando de los encantos de las altas clases. Cada uno era un mundo y yo no pertenecía a ninguno. Por suerte que había alcohol.

Otro día sin descansar, pues he vuelto a madrugar para ir a un concierto de música sinfónica. Siempre he tenido el infortunio de padecer de somnolencia ante música tan hermosa, pero contra pronóstico, terminé el concierto sin accidentes. Por el contrario, durante diversas ocasiones, pude imaginar una bella historia de dos personas que se entrelazaban en el más absurdo y cliché drama que aun pudiese tocar un corazón. Y en la cuarta pieza, se convirtió en un thriller.

Salí con Alfredo y Carlos a comer. Por alguna razón, el ambiente se encontraba en decadencia, con demasiados silencios, miradas caídas, pero estupenda comida. No se puede tener todo, pero empiezo a pensar que si nada.