sábado, 31 de mayo de 2014

Tiempo que se gasta.

Aun conservo la calma,
mi pelo aun no cambia a plateado,
y aun la parca no me llama
por pena a oírme alegre.

Aun las noches me congelo,
por no hallar un cálido regazo;
años me harán aun falta,
para saber que perdí el presente.

 Mis manos aun no son espadas
que corten la distancia hacia tus labios;
filo y un tanto de confianza,
para que tus manos corten mi incipiente.

Aun no miro aquella alma
de quien comparta caminos desvariados;
en tus ojos veo una bengala,
o quizás mis ojos se perdieron ese viernes.

Y halle tu alegría resguardada,
o tan solo tu rostro mas malvado;
aun tengo tiempo que se gasta,
mientras reímos juntos indulgentes.




viernes, 30 de mayo de 2014

Sin pudor.

Hoy escucho el ruido con entonación,
fragmentos de canciones e injerencia,
que aun logro distinguir de cada estación,
aun cuando marchite en primavera.

Recuerdo lo que nunca tuvo esplendor
y una sonrisa luce en excelencia,
dejando atrás cualquier preocupación,
por lo que importase en vez primera.

Saluda a quien menos recordó,
e ignora quien fue grado de indecencia;
quizás así viva mejor,
sin el pudor entre las rarezas.


Ayudame a ayudarte ardor,
dejate en casa las prudencias,
y sacia esta sed de mal tomador
a mi boca tan húmeda y tan seca.

Solo así podrás querer ardor,
y solo así te querré con penitencia;
sacia esta sed de mal bebedor
a mi cielo tan falto a tus estrellas.



miércoles, 28 de mayo de 2014

Impaciencia.

Un desborde de impaciencia
apenas convertido en indecencia;
para unos cuernos mas viriles,
y unos celos redimidos.

Que una noche basta en tierra
para extrañar el mar adentro;
que el cielo compadezca
el capricho y el destierro.

Un minuto sin espera,
un cuchillo sin fatalidad,
una bofetada de insolencia
para mis hermanos en la mar.

Un saludo a quien lo encuentre
y que lo acepte en sus carencias,
que el arma siempre falte
cuando se encuentre la tristeza.

Una risa entre la hierba,
y sin quemar los agujeros,
Que baste  ahogar en vela
para humedecerle un señuelo.


Un cariño bajo las telas,
que si por algo me he de excusar,
que sea de ardor y no de penas,
que sea de polvo y no de mar.

Un saludo a quien me enfrente
y que a sus brazos me someta;
aun un animal indulgente,
que busca el pecado de condena.





sábado, 24 de mayo de 2014

El final.

Y el Sol al fin marcó el final,
sabiendo no podía ser mas de noche,
ya vendrán otras Lunas más,
suena tan fácil con ese goce.

El en el centro de lo estelar
y yo en el centro de los nobles;
pensando me he perdido algún lugar
o quisiera volver hacia mis topes.


Y a veces repito nada mas
los diálogos que resuenan tu nombre,
pensando sera mía mañana,
mañana estaré muerto en el galope.

Y aun me desgasto la camisa
buscando en alguien que creer;
mi sombra parece sorprendida
que la luz no llegue hasta mis pies.

Quisiera ser el animal
que ataca siempre sin medida,
quisiera ser el vendaval
que levante tu falda inadvertida.

Tal ves mañana tu huiras
a cielos con redoble de tambores,
o yo al filo del final
admita que he cedido mis favores.
 

jueves, 15 de mayo de 2014

El bello castigo.

Te diré que ya no hay tormenta
a la que tema mas que al daño,
que a mí mismo me atraviesa,
de romper mis raros lazos.

¿Y que si no es correcto?
que mas da si no hay defensa,
pues es el precio al sentimiento
para en mi pecho hoy florezca.


¿Qué si es venenosa?
mis días se han contado,
solo he cambiado fechas
para días sabor encanto.

Y da igual si es gloria falsa,
pues aun la sangre espesa;
sigue un rojo sangriento y maligno,
del que historias antecedan.

¿Qué importa si ahora muero
porque en cualquier momento me dejan?
sera mi pecado enamorarme,
y mi error no complacerla.


sábado, 10 de mayo de 2014

Encuentro.

Acordamos que debíamos vernos,
aun siendo el último que querías cerca;
necesitabas encontrar algún lugar,
yo te prometí perderme contigo.

La verdad me querías algo lejos,
para no acostumbrarte a mi vaga presencia;
pero sabes que a el tiempo le encanta jugar,
casi tanto como nuestro cariño.

Sabíamos a donde querer llegar,
sin tener  idea de como llegaríamos;
y el volante marcó su curso y llegar
se volvió la espera en el delirio.

Después pierdo el hilo del recuerdo,
y me encuentro abriendo de mi casa las rejas;
nos escabullimos sin ganas de saludar
y en incómodos quedamos dormidos.
 
Yo a la almohada fría y tu a mi pecho,
y en desconcierto no pude dejar de verla:
la silueta de tus sueños sin renombrar,
la escena que cada día he querido.


lunes, 5 de mayo de 2014

Intermedio de la noche que la Luna no salió.

En los días que la Luna no salió, aquel hombre no sabía  adonde mirar. Había piedras, polvo, cielo, animales rastreros y personas de paso en los caminos cercanos que llevaban a la ciudad; solían llevar alimentos y condimentos para el comercio pero nada en especial por ver. También estaba el moho en las paredes, la vegetación creciendo en los adentros de la cueva, mostrando señales de vida y supervivencia, pero nunca pereció importarle. Las goteras que había dentro, formaban charcos a los cuales los animales se acercaban para hidratarse; eso le molestaba a aquel hombre porque de ahí el también quería tomar, pero le repugnaba el hecho de compartir el mismo charco. Al final, logró monopolizar el charco mas grande apartándolo con un par de ramas y espinas. La vida le parecía un capricho del cual el podía disponer, pero eso se debía en parte a la ausencia de la Luna. Así como los mares arrasaban los valles costeros, los lobos aullaban a la nada, los mapaches se chocaban contra los árboles, así el hombre enloquecía sin su presencia.



En sus últimos momentos de cordura, lloraba mirando al cielo lleno de estrellas, pero ninguna tan pícara como su amada. Empezó a voltear a su dirección en el cielo y así cada 30 segundos volteaba un momento, tan solo por los sonidos de animales acechantes y asustadizos, a los cuales el estaba preparado para ahuyentar con la rabia de su alma, y devorar si hiciera falta. 

Dormía por el día. El Sol no podía ofrecerle una respuesta sobre el paradero de su amada, y estaba harto de tratar de hacerle frente a su brillante rostro gordo de ego. En las tardes salía de sus apocentos aquel, tan solo para encontrar algo que mendigar, pues no se creía digno de una buena comida sino estaba ella consigo. Se alimentaba de moras y uno que otro insecto o roedor que se le cruzase. Había olvidado lo que era la finura del apetito y las ventajas de la comida cocida. Se había convertido en un animal. 
 

Es difícil mantener la cordura cuando olvidas lo que es, y así olvido también su nombre, y a falta de ello lo cambió para sentir que podía aun recordarlo. Sus latidos habían olvidado el ritmo y por eso sufría de ataques de repente, y a veces se agitaba sin hacer nada en absoluto. Sus pies de repente, tropezaban por que no recordaban que debía ir uno antes que otro y sus manos dejaron de sostener objetos porque no percibían la función de los pulgares. Podía dejar muchas cosas atrás, pero jamas su recuerdo impregnado en el alma. Sin embargo, los recuerdos le hacían jugarretas en los sueños, y las sonrisas que alguna vez fueron tan alegres y compartidas le parecían burlas a su persona, y se levantaba sudando y tirando piedras al cielo, terminado por derramar las mismas lágrimas de nostalgia de cada noche.

Los días que vinieron se encorvó su postura y su piel empalideció, se volvió cortante y seca. Sus pies y palmas se tornaron oscuras por la mugre recogida del suelo, y sus ropas se desgarraron y cambiaron sus tonos a un estropajo manchado de lodo y sangre. Sus ojos dejaron de dormir y de mirar. Se limitaban a un movimiento perpetuo sin saber a donde mirar. Sus labios se partían porque olvidaba que debía sobrevivir. Una noche, el mismo se cortó con las espinas con las cuales había privado a los demas animales de agua, y en su ira destruyo su pequeña cerca y se echó en el agua y la tiñó de negro, para así despues beberla. Enfermó, pero eso era lo menos importante para el.


jueves, 1 de mayo de 2014

Bellos recuerdos.

Me han dado besos falsos,
pero al fin y al cabo besos;
he tenido sueños raros,
pero aun con sabor a sueño.

Me he caído de acantilados,
pero me levanto en algún momento;
me he teñido rojo las manos,
pero se limpia con el paso del tiempo.

He causado ríos desbordados
y sequías de alegrías y cielos;
una muerte de un ser adorado
no se supera con ningún remedio.



Pero nadie ha hablado de olvidarnos,
ni de soñar con dichos tormentos;
me bastan los momentos dorados,
que tienen para mí sabor a cierto.

Dejame sentir un buen pasado
y guardármelo para mis adentros;
el dolor no lo he olvidado,
pero tampoco los bellos recuerdos.