martes, 20 de agosto de 2013

El tesoro vil.

Hubo ayer una desmotivacion.

 Poco a poco olvide la realidad.

Un sendero donde perdí la razón y muchas veces soñaba en desertar.




Corrí hacia aquel panteón
a tus huesos liberar,
de aquella vil traición
en la que había ido a parar.

Llore sobre tu torso,
unas lágrimas sangrientas.
Lamento mi tesoro
sean los ojos de la hiena.

Recordé aquella voz
que jamas oí quejar;
me acosté en el cartón
de mi pobre sanidad.

Y reí sobre el despojo,
por mi alma aun sedienta.
Lamento mi tesoro
sean los ojos de la hiena.