lunes, 16 de julio de 2012

Una guerra perdida.


Somos libres de morir al crecer,
porque somos libres de decidir;
tenemos la posibilidad de perder,
ese es el privilegio de los adultos.
¿Cuál es el caso entonces de prevenir
si indulgentemente es tirado?

Somos enseñados a obedecer,
porque los sueños nos enseñan a vivir;
se nos priva del puesto del rey,
ese es el camino de los maduros,
que entregan su vida cual marine,
como carne de cañón al ocaso.

Somos educados para ceder
y bajo reglas en todo para concebir
un mundo de paz y placer,
bañado de tierra y misfortunio;
por trabajar hay que escribir,
un informe, quizás otro inventario.

Somos un movimiento sin poder,
una historia que no se usa al convivir;
un mundo de caos y poder,
sin principios y sin futuro.
¿Cuál es el caso entonces de instruir
si el corazón es lentamente deshechado?


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