jueves, 26 de julio de 2012

Presagio de apagon.

Lunes me sacudo las astillas del pasado y saludó al día con gran sonrisa por la mañana. No importa nada, es un nuevo comienzo que todos acordamos dar por la felicidad. Cuando el Sol ha llegado a lo mas alto, mi sonrisa se ha ido, y con ella toda satisfacción con el acuerdo.

Martes apenas despierto para volver al trabajo. Así como llego me voy. Al volver grandes amigos me esperan para darle un giro a mi rostro y mostrarle un lado positivo a tanta insatisfacción. Han cumplido su tarea y así es como concilio el sueño.

Miércoles decido no ir a trabajar. Pretendo quedarme a descansar y ver las nubes pasar desde la ventana, que colinda con mi cabecera. Sin embargo, mi familia no deja que rompa mi acuerdo tan fácilmente. Al final, termino trabajando mas en casa y apenas consigo ver la luna por la ventana.

Jueves es el mandamiento por resignación. El sueño me ha seguido a todas partes y al final me ha alcanzado en el hogar. Me ha atrapado mediodía y el otro medio día receloso decide plantarme y dejarme un mal sabor de boca. Un sabor muy familiar.

El viernes pronostica mas días nublados y que la lluvia sigue sin llegar. No hay excusas para resignarme del camino que decidí tomar, solo razones que incomodan el pacto que he firmado. Hoy nada pasará.

Sábado y domingo serán testigos de ira, risas, aplausos y desastre. Bastará un pequeño sentimiento para soportar el caos y desolación que avecina el lunes.

Tengo miedo de que mas que un diario, mis palabras sean el calendario de mis tristezas próxima y pasadas.

Tengo miedo que mis palabras, cual hada, hagan su deseo realidad, y que entre tanta mala vibra exagerada, mi cuerpo se sumerja entre sus mentiras y mal augurios.


Tengo miedo de que, de tanto escribir para desahogar, mis palabras se hundan en el olvido.


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